Mario
Benedetti La tregua
Martín Santomé es el personaje principal de la obra, un hombre maduro de 49 años, canoso, funcionario. Ya cerca de su jubilación, que a los 50 años se enamora de su compañera de trabajo Laura Avellaneda, con ella vive un romance muy ameno, el momento en el que vuelve a ser feliz. Pero tras la muerte de su amada llega a la conclusión de que Dios le dio una "tregua", un corto período de felicidad.
En el transcurso
de la novela, Martín va adquiriendo una "buena" relación con
sus hijos Esteban y Blanca, aunque no llega a encontrar y reconciliarse
con su hijo Jaime. Aquí Benedetti introduce una brecha generacional, ya
que Jaime es homosexual y para la generación de Santomé eso está prohibido,
como aceptar que los hijos son lo que son y no lo que queremos que sean.
Laura
Avellaneda Joven de 24 años es una mujer hermosa con la frescura de la juventud que llega al trabajo de Santomé y que al cabo de
un tiempo se enamora de él, ya que lo sabe hacer todo. Tiene seguridad en sí misma (pero a la vez es muy
nerviosa) y en el mundo que la rodea, se enamora de Martín sin importarle las
consecuencias, la diferencia de edad ni el “qué dirán”. Viven un romance
efímero y feliz. Privilegia los sentimientos de Martín, deja de lado los
suyos, y se compromete seriamente con él. Para aquellos que se dedican a la
educación, cuantas veces se vuelven atractivas las alumnas, que en general y al
pasar de los años en cada generación, son más jóvenes y naturalmente más
lejanas.
Toda la
novela está escrita en forma de entradas en el diario personal del
protagonista, Martín Santomé. En él relata un período de su vida como un
empleado viudo, cercano a jubilarse, y la aparición y desarrollo de la relación
amorosa con Avellaneda.
La novela
se desarrolla en la ciudad de Montivedeo en Unruguay, del lunes
11 de febrero de 1958 al viernes 28 de febrero de 1959. Martín Santomé
es un viudo de 49 años que está a punto de jubilarse. La relación con sus
tres hijos ya mayores, Blanca, Jaime y Esteban, no es muy buena, a causa
de su obsesión por el trabajo. Martín comienza un romance con Laura
Avellaneda, una joven de 24 años que entra a trabajar en la empresa
para la cual trabaja Martín.
Blanca es la hija
de Martín y tiene la misma edad que Laura Avellaneda. Esta es una
de las razones por las que el hombre se eche para atrás al inicio, antes de
tener una relación con su compañera de trabajo. Es de temperamento triste, como
su padre, pero su vocación la pone contenta y le hace luchar por su vida. Tiene
mucha energía, pero algunas veces no sabe cómo canalizarla. Benedetti describe
magistralmente los sentimientos encontrados de un hombre de mediana edad que
poco puede ofrecer en los términos de familia, hijos, hogar a una joven que se
enamora de el hombre probablemente por que el refleja el padre que no tuvo, ese
sentido de orfandad se transforma en amor por el hombre que la protege y la
guía.
Poco a poco, la relación entre Martín y Laura va aumentando en intensidad amorosa y cariño, hasta que viven juntos en un apartamento que Martín alquila exclusivamente para sus encuentros, que como deja ver el protagonista en su propio diario son algo más que sexuales, ya que se establece una relación de amor entre ellos. Luego de un tiempo Santomé decide proponerle matrimonio a Laura, pero sus intenciones se ven truncadas intempestivamente debido a la repentina ausencia de ella en la oficina: ha caído enferma a causa de una gripe. En este punto de la historia las anotaciones en el diario de Martín se vuelven confusas y esporádicas, Benedetti, quizás por escribió la novela en la tercera edad, relata la confusión de sentimientos que siente Martin por la negación de aceptar que la vida paso y que la tercera edad en realidad es muy aburrida, una infinita repetición de lo mismo, el poder proponer matrimonio es a esta edad un aventura muy difícil ya que se contrapone a muchos de los preceptos de la sociedad que no verá con aceptación un matrimonio entre desiguales, imaginando que pasará cuando el tenga 70 y ella 44.
Otros personajes de la novel son Jaime, hijo menor de Martín Santomé, constantemente discute con su padre y con su hermano Esteban. Después se revela que es homosexual y se va de la casa, dejando una nota agresiva contra su padre, a pesar de ser el hijo varón con quien mejor se lleva. Es él quien primero se entera de la relación entre su padre y Laura Avellaneda. Es también una parte muy importante de la novela, la relación de padre e hijo cuando el es completamente diferente al padre, la homosexualidad los separa por las barreras sociales de dos mundos en tiempo. En su diario Martín anota la dificultad que tiene para aceptar a un hijo homosexual, si la homosexualidad no era parte del guión de vida que el tenía, lo discute consigo mismo hasta llegar a la conclusión de que el amor de padre es mayor a cualquier problema que pueda tener Jaime.
El recuerdo de la juventud de las ilusiones de la formación de un hogar los representa Isabel, que fue la esposa de Martín Santomé hasta que murió (cuando estaba dando luz a Jaime, sufrió de un ataque de eclampsia y murió horas después) dejando viudo a Martín. Él la recuerda constantemente y la compara con Laura Avellaneda, su nueva mujer. Su relación con Martín Santomé era más apasionada, por que a medida que pasa el tiempo la relación sexual pasa de ser cuantitativa a cualitativa, es decir se hace menos pero se goza más.
Finalmente
nos enteramos de que Laura ha muerto, motivo por el cual las anotaciones
en el diario no eran tan constantes como antes. A continuación, Martín
explica su vida después de Laura, cuando vuelve a la monotonía de su
trabajo, a la soledad que lo acosaba antes de conocer a Laura, la cual
considera como una consecuencia lógica de su "vejez". La última
reflexión del personaje antes de finalizar la historia es que su vida estaba
destinada a la monotonía y la soledad, y que Dios le destinó esa patética
existencia, pero que antes de morir también le dispuso una tregua mediante la
aparición de Laura, para que así Martín pudiera sentirse vivo por
un momento; aun así, Martín asume que tarde o temprano su vida volvería
a la rutina de siempre, la cual considera "su verdadera vida" hasta
el final.
Es una
novela que particularmente sirve a los hombre de mediana edad para afrontar la
vejez con dignidad, y quizás en ese tramo final Dios les de una tregua.
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