El G2 Rusia y China, un desafío al poder unipolar de Estados Unidos

El 21 de mayo de 2014, Rusia y China firmaron un tratado que prevé el suministro continuo de gas natural ruso en grandes cantidades a China por un periodo de 30 años. El contrato tiene un valor de 400,000 millones de dólares y fortalece a Moscú en su conflicto con Occidente.

No fue por la crisis en Ucrania que apareció la preocupación, pero es por ella que esa preocupación crece en todo el mundo: ¿podría la Rusia de Vladímir Putin hacer una alianza con China? En caso afirmativo, ¿de qué naturaleza sería una alianza tal, capaz de causar movimientos en la guerra tectónica del poder global?

Esta interrogante ha sido contestada por lo menos por dos acciones concretas el fortalecimiento de las relaciones entre estos países con la formación del G2, Rusia aporta su capacidad militar nuclear y China su poder económico, esta alianza se ha fortalecido con el crecimiento de los BRICS plus, Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, y a partir de enero del 2024; Argentina, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, Egipto, Etiopía e Irán. La importancia de cada país puede ser discutidas particularmente, Argentina que ha rechazado su participación por el cuestionado acuerdo de participación con los BRICS, por Javier Milei, esquizofrénico presidente de Argentina, no obstante aún en el país de churrasco y la pampa eterna, la nación de Borges, aparece una luz la del Gobernador de la Provincia de Buenos Aires, la más importante de Argentina, Axel Kicillof ha dicho que establecerá un programa de crecimiento con la participación del Banco BRICS y China, esperaremos el desenlace porque el futuro político de Milei es fuertemente cuestionada dentro y fuera de Argentina.

Ha habido numerosos indicios en ese sentido: en la crisis de Ucrania, Beijing tomó partido por Putin y no solo prometió apoyo financiero al presidente prorruso de Ucrania, Víktor Yanukovich (2010-2014), cuando este visitó China después de haberse interrumpido las negociaciones para un tratado con la Unión Europea, sino que le prometió incluso que, en caso de necesidad, instalaría un escudo de protección nuclear sobre Ucrania. Después, Yanukovich fue derrocado a raíz de las protestas en la plaza Madián. Durante un tiempo, China no reconoció al gobierno ucraniano de transición; por el contrario, le demandó ante una corte civil internacional una indemnización de 3,000 millones de dólares por la supuesta violación de un contrato de préstamos por granos firmado en 2012. Esto coincidió temporalmente con la negativa de Moscú a vender gas natural a Ucrania a menos que lo pague de manera anticipada.

Alentada por las señales provenientes del vecino chino, Rusia no solo envió bombarderos de gran alcance en dirección a Alaska, en una advertencia dirigida a Estados Unidos, el verdadero rival. Se denunció que bombarderos rusos se dirigieron asimismo hacia el archipiélago de Guam, la principal base naval de la Séptima Flota estadounidense, que protege a Japón. Se trata de una zona caliente, ya que Beijing mantiene desde 2012 una disputa con Japón por tres pequeñas islas deshabitadas del Mar de China Oriental. Desde entonces, el gobierno chino amenaza a Japón con tomar represalias, y en ese marco envió destructores a las correspondientes zonas marítimas, mientras que cazas chinos interceptaron durante semanas a aviones de combate japoneses. Parecía que todo esto no iba a pasar a mayores, hasta que Moscú acudió en ayuda de Beijing, obviamente a cambio de un objetivo estratégico.

Recordamos la premisa del mariscal Horatio Nelson, “quién domina los mares, será dueño del mundo”.  Nelson almirante inglés nacido en Burnham Thorpe, Norfolk, considerado héroe nacional del Reino Unido por sus aportaciones originales en el campo de batalla y sus tácticas navales, con sus victorias en el Nilo y Trafalgar, que impidieron la expansión del poder napoleónico en el siglo XIX.

El 21 de mayo de 2014, Rusia y China firmaron un tratado que prevé el suministro continuo de gas natural ruso en enormes cantidades a China por un periodo de 30 años. El valor del contrato es de 400,000 millones de dólares, un dinero que fortalece a Moscú en su conflicto con Occidente y frente a las sanciones de Bruselas. Como recompensa, para la misma época en que se cerró el tratado, la flota rusa del Pacífico realizó maniobras militares durante siete días junto con la Marina china frente a Shanghái, la máxima ciudad industrial del país. En Beijing se dice que esto es una clarísima señal hacia Japón y su regente, Estados Unidos, que no pueden tener dudas sobre a quién está dirigido el desafío.

Entre las 5 contradicciones estructurales de Estados Unidos que llevan a su declive son; 1) económicas, una sobreproducción en relación a la demanda, desempleo y aumento de los costos por el cambió climático 2) militares crecientes tensiones entre los Estados Unidos, la OTAN y sus aliados militares, principalmente Israel, al unísono de la creciente insostenibilidad económica de sus guerras 3) políticas papel conflictivo de Estados Unidos, la ONU y la unión europea por una pobre comprensión de Islam, que desemboca en tensiones culturales y religiosas con los musulmanes y otras minorías 5) sociales creciente brecha entre el sueño estadounidense, creencia de que cualquiera puede prosperar en los Estados Unidos gracias al trabajo arduo, frente a la realidad de la vida estadounidense. Todo ello resulta en una incapacidad estructural para resolver tales contradicciones, que llevará al desgajamiento del poder político de Estados Unidos a escala global y potencialmente doméstico

En la regionalización se solidifica el bloque la idea de un tándem de dos potencias: la monetaria (Beijing) y la militar (Moscú). Ambas aspiran, cada una a su manera, a tener derecho a intervenir en caso de un cambio en el orden geopolítico que actualmente está encarnado en Estados Unidos y «Occidente». A la comunidad de intereses se agrega el hecho de que los respectivos «puntos fuertes» de ambas partes parecen ser complementarios. En ese marco, ¿qué podría obstaculizar una alianza?

En primer lugar, los astutos movimientos de ambas partes. Ante señales tan claras de una acción conjunta entre China y Rusia, ambas potencias hacen todo lo posible para no dar la impresión de que aspiran a una alianza al estilo de la Guerra Fría, o tan siquiera a una alianza militar, estilo Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), que según Putin es algo anticuado. Resulta digno de mención el hecho de que, si bien China necesita fuerza militar para equilibrar el predominio estadounidense-japonés en el Lejano Oriente, los chinos acompañan aplicadamente a Putin en su estrategia de consolidar una alianza.

John Galtung estratega estadounidense, No se siente “pesimista” y, al contrario, vislumbra la inevitabilidad del colapso del “imperio estadounidense” como una real oportunidad para la revitalización de la república estadounidense, caracterizada por su dinamismo, su apoyo a los ideales de libertad, su productividad y creatividad, y su cosmopolitismo hacia otros. Asimismo, despedaza la política exterior de los Estados Unidos con cerca de 250 intervenciones desde que Jefferson las inició en Libia en 1801 y con más de 20 millones de asesinatos en 37 países desde 1945. El imperio ha estado manchado de intrigas, golpes de estado, guerras e intervenciones.

Para China, esta concepción del mundo tiene muy poca relación con la realidad: casi simultáneamente a la crisis en Ucrania y a las propias tensiones con países vecinos como Japón en el Este y Vietnam y Filipinas en el Sur, la potencia asiática siente una creciente rivalidad con la India, uno de los BRICS. Además de los conflictos territoriales por el sur de Tíbet, que desde 1959 está bajo control indio, China insiste en su derecho a embalsar aguas en las regiones montañosas del Himalaya solo para beneficio de ciudades chinas situadas en el este del país, un intento que hace sonar desde hace años campanas de alarma en Nueva Delhi. Varios generales indios amenazan abiertamente con atacar instalaciones hidráulicas chinas en la región con misiles de mediano alcance. El motivo: el proyecto chino le restaría a la India una importante cantidad de agua (potable), ya que algunos ríos importantes, como el Brahmaputra, nacen en el Himalaya. Todo hace prever que la elección de Narendra Modi como primer ministro indio y su habilidad política, que lo colocan como el presidente número uno a nivel mundial, con las conversaciones con al mandarín Xi Jinping, han superado estas tensiones permitiendo una cooperación a través de los BRICS:

Por eso, para estrategas como John Galtung, la cercanía que se manifiesta entre Beijing y Moscú no debe entenderse tanto desde su pertenencia común al bando de los BRICS. Rusia es atractiva para China más bien porque cuenta con un potencial militar superior, especialmente en relación con Estados Unidos. Pero esta ventaja tiene también sus límites para Beijing: Moscú muestra cada vez más interés en la búsqueda de petróleo en el mar de China Meridional, donde China hace valer sus derechos inalienables. En esta competencia con su vecino, Rusia incluye a rivales de China, como Vietnam. Poco tiempo después de la visita de Putin a Shanghái, celebrada con el acuerdo gasífero además de una gran maniobra naval, Moscú anunció que equipará por completo la flota de submarinos de Vietnam y, a cambio, arrendaría la bahía vietnamita de Cam Rahn como base para su Marina. Tanto la flota de submarinos de Vietnam como la presencia de la Marina rusa directamente frente al acceso chino al mar han sido concertadas políticamente para debilitar a los Estados Unidos, en un tema central para China la soberanía sobre Taiwán. El zar Ruso Vladímir Putin y el mandarín chino Xi Jinping, han trabajado con éxito para superar los problemas históricos entre estos países y ver juntos hacía el futuro que está en El Ártico dónde Rusia ha tenido espectaculares desarrollos para explotar los inmensos recursos de Eurasia, acompañada de China y de Corea del Norte.

Antes de entrar sentimental e histórico discurso del Zar Vladímir Putin sobre el estado de la unión ante el parlamento ruso, global “firepower report” había clasificado que los Estados Unidos Rusia y China eran las más poderosas fuerzas militares del planeta lo que no era creíble ya que a nivel de fuerzas convencionales, Rusia supera de lejos a Estados Unidos y en el rubro de armas nucleares Rusia posee incluso mayor número de ojivas atómicas que los Estados Unidos.

En un artículo exclusivo para el portal sputnik expuso Alfredo Jalife, uno de los mejores analistas geopolíticos globales, la exhibición de la nueva musculatura militar de Rusia y su nueva panoplia de armas de alta tecnología donde destacan misiles “hipersónicos” que parecen ser invencibles - que mismo Estados Unidos no posee - capaces de horadar cualquier tipo de defensa de los Estados Unidos en cualquier rincón del planeta. Ahora se discuten las consecuencias geoestratégicas del espectacular cambio en el tablero de ajedrez de Zbigniew Brezezinski que reajusta el equilibrio nuclear entre las dos superpotencias atómicas Estados Unidos Rusia, sumando a China la superpotencia económica, considerando que no se trata de una vulgar “bluff” al estilo de Trump, sino una advertencia del zar Vladi Putin al complejo militar de Estados Unidos a quienes conminó a escuchar cuando pusieron oídos sordos a su primera alerta en la conferencia de seguridad de Múnich del 2007

La pregunta es si la Unión Europea va a reaccionar en función de su dependencia del gas ruso. En ese sentido, hay que destacar que ya antes de que estallara la guerra en Ucrania, los pedidos de gas ruso desde la UE disminuyeron notoriamente: hasta 12%. Expresado en valores absolutos, en 2013 el volumen anual de gas fue de entre 30,000 y 35,000 millones de metros cúbicos. Es exactamente este volumen el que, según el acuerdo entre Rusia y China de fines de mayo de 2014, tendría que ir desde Siberia hacia territorio chino a partir de 2018. «Creciendo paulatinamente hasta el nivel de 38,000 millones de metros cúbicos anuales», según el comunicado conjunto. Es decir, recién en cuatro años China comenzará a compensar la disminución de suministro que tuvo lugar hasta 2013 –sin influencia de la actual crisis en Ucrania– y la consiguiente baja de ingresos de Rusia. Dicho de otra manera: desde el punto de vista meramente contable, con el reciente acuerdo gasífero entre Rusia y China, existe una disposición china a ayudar económicamente a Rusia debido a las sanciones severas, por ejemplo, cerrando la importación de gas de la Unión Europea, de forma que Moscú pudiese resistir la «hostilidad occidental».

Otra carta de enorme importancia es la creciente compra de Petróleo por la India, de esta forma Rusia se ha librado de las sanciones económicas; gas a China y petróleo a la India, que se liquidan en yuanes, rublos y rupias, respectivamente, rompiendo la columna vertebral del poder económico de Los Estados Unidos el dólar. Las presiones sobre la divisa norteamericana se observan globalmente por la debilidad del dólar, que se ha venido devaluando constantemente por esta y otras medidas internas y externas de Los Estados unidos como su impagable deuda, la mayor en el mundo, es decir Estados Unidos hacen exactamente lo contrario que receta a el resto del mundo por medio del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial en su política neoliberal.

También es contradictorio el balance en relación con Japón desde el punto de vista ruso. Japón ha acompañado las sanciones occidentales contra Moscú. Sin embargo, sigue intacto el interés compartido por Moscú y Tokio en ampliar las inversiones japonesas en la Siberia rusa y las regiones de la costa del Pacífico, por no hablar del enorme interés de Japón por el gas ruso. Si la Rusia de Putin se toma en serio su supervivencia económica, Moscú no puede tener interés en mantener por mucho tiempo, junto con China, una enemistad con Japón y sus aliados en el mar de China Oriental.

Esto explica una serie de «inconsistencias» en las maniobras navales ruso-chinas que ambas naciones describen con términos grandilocuentes: hasta su inicio en las cercanías de Shanghái, el Ministerio de Relaciones Exteriores chino se contradijo con el portavoz de la flota rusa del Pacífico en cuanto al lugar donde iban a desarrollarse las maniobras. A mediados de abril, el gobierno chino anunció que se realizarían cerca del archipiélago de Diaoyu (en japonés: Senkaku), disputado por China y Japón. Esto sería en mitad del Pacífico, entre Taiwán y Okinawa. Luego, la división naval rusa dio a conocer, a comienzos de mayo, que las maniobras se harían en el mar de China Meridional, a algo más de 2,000 kilómetros del objeto de controversia entre China y Japón. A último momento, ambas partes acordaron su despliegue en la zona marítima frente a la desembocadura del río Yangtsé, cerca de Shanghái. El lugar donde se realizaría este gesto amenazante quedó, así, muy lejos de las zonas en conflicto, tanto en dirección a Japón como en dirección a Vietnam o Filipinas, frente a los cuales China mostraría de buen grado un respaldo de Rusia.

Alfredo Jaliffe considera que de nuevo estaremos hablando de esferas de influencia - por cierto su tesis, al unísono del regionalismo geoeconómico-alega que el teatro de batalla en el océano Pacífico, son de coalición Estados Unidos y China, hoy exacerbado por las amenazas de la guerra comercial de Trump, desnudará la alianza de Rusia y China que saldrán de las penumbras. Esta frase es confirmada oficial periódico del ejército de Estados Unidos que concede a Rusia su victoria en Siria.

El comentarista iraní Mustafá Asedian - jefe del centro de investigaciones estratégicas sobre Rusia, - declaró a sputnik que Rusia demostró al mundo entero que el periodo del mundo unipolar y la hegemonía de los Estados Unidos concluyeron y juzgó que Estados Unidos se ha anclado en una mentalidad de guerra fría cuando al haber aprobado su nueva doctrina nuclear, Estados Unidos probó una vez más su abordaje unilateral que socava la estabilidad estratégica y la seguridad de un buen número de países. Mustafá Asedian comentó que hoy las medidas tomadas por Rusia, para contrarrestar el unilateralismo del pentágono, buscan conservar la seguridad internacional, en clara alusión del nuevo equilibrio tripular desde Rusia, Estados Unidos y China.

Turquía como miembro de la OTAN con bases de Estados Unidos en su territorio, se le presenta según el experto militar ruso, una buena salida de la OTAN, que con aumentar las nuevas armas tecnológicas hipersónicas de Rusia el país otomano se puede retirar de la OTAN en forma tranquila para que Ankara obtenga garantías de parte de Rusia con el fin de contrarrestar las amenazas de su seguridad.

El anuncio hipersónico del zar Vladimir Putin, Alexander Sherin vicepresidente del comité de defensa de la cámara baja, sentenció que la Organización del Tratado de Seguridad Colectiva (OTSC) una alianza militar controlada por Rusia que incluye otras cinco repúblicas exsoviéticas: Armenia, Bielorrusia, Kazajistán, Kirguistán y Tayikistán  están listos para apoyarlos en caso de un posible ataque nuclear, conforma centenas alcances habrá cambios de actores y de juego de los países relevantes del planeta irán a consecuencia a sus nuevas alianzas asistimos a una recomposición global a gran escala.

Cuanto más ostensible se hace esto, más rápido aumenta la presión para que la demostración de poder vaya más lejos y tenga un mayor énfasis militar, y si fuera necesario, con ayuda rusa. Pero incluso esta ayuda necesaria que viene del Norte es un arma de doble filo para China. Cuando recientemente la discusión sobre la cuestión de si la nación asiática, en vista de la creciente amenaza de Occidente, debía o no pactar con Rusia llegó a amplios sectores de la sociedad urbana china, predominó el escepticismo (esto naturalmente los reporta el New York Times). El argumento más esgrimido era que Rusia había sido históricamente, en especial en los últimos tiempos, el principal agresor de China. Esto comenzó en el siglo XVII, cuando Moscú, por medio de acuerdos desiguales, anexó unos tres millones de kilómetros cuadrados de territorio chino. Pero también durante el mandato de Jósif Stalin la Unión Soviética habría impuesto a China escisiones territoriales mediante referendos protegidos como el de los mongoles, en la década de 1920.

Tales son las consideraciones de los militares y de la industria armamentística de China, que desde la década de 1950 dependen de la tecnología rusa. Su motivo: Rusia se muestra extremadamente reservada frente a China cuando se trata de suministro de armas o transferencia de tecnología armamentística. El primer portaaviones chino Warjag no lo suministró Rusia en tanto sucesora de la URSS, sino Ucrania, un país mucho menos fuerte económicamente, pero que hasta hoy fabrica también los motores más importantes para la modernización de la Fuerza Aérea china. Por el contrario, Moscú vende «a rivales de China, tales como Vietnam o la India, sistemas armamentísticos que son por lo menos una generación más modernos», para de esta forma mantener en jaque la influencia económica de Beijing, según lo afirma la izquierda marxista, una de cuyas voces es el profesor Fang Ning, director del Instituto de Política Internacional de la Academia de Ciencias Sociales (CASS, por sus siglas en inglés). Algunos representantes de la industria armamentística china señalan que en 2004 Rusia acordó con la India el desarrollo conjunto del modernísimo avión de combate MiG-35, pero hasta hoy duda en venderle a China tan siquiera unos pocos ejemplares de este elemento tan codiciado por Beijing junto con la transferencia de tecnología. Aquí observamos como la propaganda anglosajona, de divide y vencerás, filtra estas informaciones de fuentes “fidedignas” para socavar la unión de Rusia y China formadores del G2.

Este es sin duda una síntesis de la propaganda norteamericana. Mientras tanto, China y Rusia se tienen –aún– mutua desconfianza: hasta ahora, los intereses que marca la Realpolitik de ambos no coinciden lo suficiente. Sus respectivos modos de legitimación muestran diferencias demasiado grandes (bueno eso esperan). Al menos del lado chino, predomina una desconfianza en la asociación que los políticos chinos no pueden ignorar, ya que también abarca a parte de la elite. Estos son algunos de los motivos decisivos por los que actualmente es poco probable (siguen las esperanzas hasta hora fallidas) una coalición entre Moscú y Beijing, en el sentido estratégico del término. Sin embargo, resta esperar a ver cómo los políticos de ambos países piensan salir de sus diferentes crisis, tanto en términos de política interna como externa. El nacionalismo es considerado para ambos bloques de poder una atractiva fuente de legitimación. De allí ha surgido un escepticismo frente a «Occidente», especialmente frente a Estados Unidos como país dominante, que está fuertemente enraizado en la conciencia de ambas nomenklaturas. La propaganda política, organizada desde el Estado de forma centralizada, tanto en medios clásicos como en medios nuevos –aun cuando en Rusia sea menos institucional–, provee en ambos regímenes la política simbólica necesaria para ejercer una fuerte influencia en la psicología urbana de masas. Estos son algunos de los motivos por los que Rusia y China podrán –primero de manera táctica y cuidadosamente– seguir acercándose.

En qué medida tal acercamiento modificará las relaciones de fuerzas globales es algo que depende no poco de hasta qué punto ambos países se reencuentren en el patrón de pensamiento que sigue en la política mundial una lógica más o menos imperial: quién, en qué circunstancias, con quién y por cuánto tiempo es posible pactar para sacar juntos provecho geopolítico de una primacía entendida de la manera que fuere. Esta era precisamente la lógica de la Guerra Fría. Pero hasta ahora no ha sido respondida prácticamente casi ninguna de estas preguntas.

Para reflexionar di es necesario un G2 ante el poder unipolar de Los Estados Unidos, basta con revisar el artículo de Alfredo Jalife de La Jornada del 3 de abril, sobre el uso de las armas nucleares en Gaza dónde ya la legisladora israelí Revital Gotliv, aliada de Netanyahu en el partido Likud, exigió lanzar bombas nucleares en Gaza desde hace seis meses.

El presidente demócrata de Estados Unidos, Harry S. Truman ha sido el único en lanzar dos bombas nucleares en Hiroshima y Nagasaki por motivos humanos para obligar a la rendición de Japón. Luego, los archivos secretos de Estados Unidos, plasmados en el libro clásico de Gar Alperovitz, exhibió las supercherías de Truman, quien lanzó las dos bombas atómicas en 1945 para impedir la revancha de la URSS contra Japón.

Hace poco comenta Jalife el yerno de Trump, el cruel antihumano Jared Kushner, abogó por la solución final en Rafah, ciudad del sur de Gaza, frontera con Egipto, para trasladar a los palestinos al desierto de Gaza con el fin de desarrollar el turismo inmobiliario en sus playas.

A propósito de bombas atómicas, Danielle Pletka, del globalista American Enterprise Institute, asienta que “Washington tiene que tratar a Teherán como potencia nuclear de facto. En este tenor nuclear, el representante por Michigan del Partido Republicano, Tim Walberg –de 72 años y ex prelado (sic) bautista que apoyó la guerra de Baby Bush en Iraq– comentó en una reunión pública que Estados Unidos no debería gastar ni un centavo en ayuda humanitaria en la guerra entre Israel y Hamas, y que Gaza “debería ser como Nagasaki e Hiroshima. Terminar con esto rápido. Lo mismo debería ocurrir en Ucrania.

Con este panorama paranormal, enfermo, de muchos de los que toman las decisiones en Los Estados Unidos, cómplices del genocidio en Gaza, que cuenta con más de 35 mil muertos y contando, que se burlan de la determinación de las Naciones Unidas, de alto al fuego, con el asesinato despiadado de mujeres, niños, internacionalistas, civiles, la muerte para los palestinos es su “destino manifiesto” la presencia de la multipolaridad  con el G2, parece un mal menor, sin que justifique sus acciones.

 

 


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