La desigualdad
Para entender la desigualdad habría que conocer
históricamente cuatro eventos que sucedieron en 1991 1) La implosión de la URSS;
2) La balcanización de Yugoslavia 3) Primera Guerra de Irak, fomentada por los
intereses petroleros de George Bush 4) Inicio del modelo Global Neoliberal
unipolar, con el imperio financiero del dólar con dos sitios uno en Wall
Street en Nueva York y The City en Londres se inició el imperio de Los
Estados Unidos como la nación única global.
Le quedan a los Estados Unidos su poder militar, pero
sobre todo su poder financiero, el dólar, por lo tanto, fomenta las guerras
no para ganarlas, eso no es importante sino mantenerlas por que una de las
primeras industrias internas y externas de los Estados Unidos es la
producción de Armas.
Todo esto hoy vuelve a la bipolaridad por un lado Estados
Unidos como poder militar y financiero apoyado por la comunidad europea y
Canadá y por el otro lado el G2; China con su poder económico y Rusia con su
poder militar, por lo que le conviene mantener la guerra porque puede
probar y desarrollar sus armamentos entre ellos sus ojivas nucleares
hipersónicas que lo coloca con mayor poder nuclear sobre los Estados Unidos.
Los Estados Unidos siguen
siendo el poder económico financiero del mundo el 10% de PIB del mundo
lo mantiene por solamente imprimir dólares y ser el referente económico global.
La mayor parte de las reservas internacionales del mundo de todas las naciones
están en dólares.
A partir del 2010 se inicia el crecimiento de los BRICS,
Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica y comienzan con la creación del Banco
BRICS dirigido por Dilma Rousseff ex presidenta de Brasil que inicia
programas globales de financiamiento y estimula el comercio entre las naciones
del BRICS en monedas locales o en yuanes chinos, que es el país que financia mayoritariamente
el Banco BRICS.
Eecto de estos movimientos en la
desigualdad.
Volveremos frecuentemente con datos para probar la desigualdad
creciente entre el 1 por ciento de la sociedad y el resto de los mortales en
términos económicos; queremos iniciar la discusión con una premisa de Thomas
Piketty que señala «De un impresionante análisis histórico emerge una
conclusión: el proceder por la igualdad y la educación es lo que ha permitido
el desarrollo económico y el progreso humano, y no la sacralización de la
propiedad, la estabilidad y la desigualdad» simplificando podríamos decir que
todo régimen desigualitario, toda ideología inequitativa, reposa sobre una
teoría de las fronteras y de la propiedad ilimitada.
En general, la clave es que la desigualdad contemporánea
viene determinada por el sistema de fronteras, de nacionalidades, del
nativismo, de derechos sociales y políticos asociados y de la explotación de
los más fuertes sobre los más débiles, con la complicidad de los Estados Unidos,
piden democracia a Venezuela y toleran el absolutismo monárquico en Arabia
Saudita, de una familia que gobierna dictatorialmente formada por el patriarca Salam
Bin Abdulazzi que tuvo 5 esposas y 13 hijos muchos de ellos Ministros de su
administración, dónde Al-Walled Bin Talal que tiene 30.6 millones de dólares con
inversiones en CITICORP, Apple, Disney, Twiter los hoteles Fourth Season,
que son los propietarios el Hotel Jorge V de Paris y el Savoy de Londres
pero la poligamia árabe, él ya tuvo 4 mujeres y 7 hijos impide la oligarquía hereditaria,
además de las intrigas entre ellos, por ejemplo para su hija la princesa Reem
hubo una gran polémica discriminatoria, ella fue la primera mujer que se le permitió
manejar un carro en el 2018. Si no se ha convertido en una oligarquía
hereditaria es porque, que aunque tienen los palacios más lujosos del mundo,
son muchas ramificaciones de la familia, por la poligamia que tienen en ese
país, pero en sus reinados si se cumple la premisa “Estados Unidos no tiene
amigos, tiene intereses” y ahora empieza a ver el crecimiento de otro gobierno
totalitario que emerge como una potencia mundial China, esa misma China que
antes era acusada de transgredir los derechos humanos, esa misma que se hizo
famosa por un ciudadano enfrente de un tanque en la plaza del Tiananmen (plaza
de la puerta del cielo), esa misma China expuesta múltiples veces en los
voceros de los derechos humanos, pero del otro lado debemos preguntar y que hace
Estados Unidos en Irak matando niños, sin nunca encontraron armas de
destrucción mundial, que hacen en Afganistán si ya mataron a Osama bin Laden,
quien les dio el derecho de ser la policía del Mundo, que hace Israel creando
campos de concentración para los Palestinos y el genocidio de Gaza. Los
enfrentamientos en los Altos del Golán entre las Fuerzas Armadas de Siria y el
Ejército Libre Sirio comenzaron a principios de noviembre de 2012, cuando el
ejército entró en conflicto contra los rebeldes sirios en varios pueblos y
aldeas de la gobernación de Quneitra, que rápidamente se intensificaron y se
extendieron a la zona desmilitarizada controlada por la UNDOF, que separa Siria
de los Altos del Golán ocupados por Israel.
Estados Unidos dispone de una fiscalidad (en particular en
el impuesto federal sobre la renta menor, desde la reforma promovida por Trump en
el 2017, y un impuesto mínimo sobre las sucesiones) y de la reducción
importante de las políticas sociales federales (en particular en materia de
pensiones y salud) lo que no ocurre en Europa sin embargo es bien sabido que la
explosión de las desigualdades en Estados Unidos desde 1980 está vinculada al
aumento sin precedentes de los ingresos más elevados, en particular los del
famoso “1 por ciento”. Concretamente para que la participación del 1 por
ciento más rico en el ingreso supere por sí sola al del 50 por ciento más pobre,
es necesario y suficiente que el ingreso medio del primer grupo sea 50 veces
superior al del segundo.
La desigualdad económica es una realidad incuestionable y
medible. Para explicar las diferencias económicas entre los distintos grupos de
población, hay que analizar la ausencia de ingresos a través de un salario y la
baja efectividad de las políticas sociales.
¿Qué es la desigualdad económica y por qué se caracteriza?
El informe ‘La ley del más rico’ de Oxfam Intermón, muestra
que aunque sea cierto que la pobreza extrema no ha dejado de reducirse, la
desigualdad económica en el planeta es cada vez mayor.
Indicadores de la desigualdad económica
La pobreza se entiende, habitualmente, como un término
puramente económico. Sin embargo, existen muchos otros factores que influyen en
ella más allá del dinero. De hecho, el índice de pobreza multidimensional que
actualmente maneja la ONU está compuesto de 10 indicadores que reflejan
diferentes tipos de privaciones. Entre ellos se encuentra la nutrición o el
acceso a la educación. Pero, cuando hablamos de desigualdad económica, sí
hacemos referencia exclusiva a la riqueza.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) se refiere a ella como desigualdad de ingresos, en los que se incluyen las rentas del trabajo y de capital y transferencias públicas en efectivo. Teniendo esto en cuenta, la organización mide la desigualdad de ingresos entre las personas mediante cinco indicadores. Uno de ellos, el coeficiente de Gini, se usa para estudiar la acumulación y el reparto de riqueza de un país o territorio. Este oscila entre 0 (igualdad total) y 1 (desigualdad total). Otro, el índice de Palma, refleja la desigualdad como la proporción de todos los ingresos del 10% de las personas con los ingresos más altos entre los ingresos recibidos por el 40% con menores ingresos.
Así, a grandes rasgos, la desigualdad económica
es la diferencia económica entre distintos grupos de población. Tal
como señala el Observatorio de Pobreza, Desigualdad y Exclusión, se puede medir
en términos de renta o de patrimonio y es una de las causas principales de la
pobreza, la falta de oportunidades, la fractura social, la exclusión de la
educación, la vivienda y la salud, del desempleo y de la emigración, entre
otros.
Las causas de la desigualdad económica
“En la historia de la humanidad ha habido momentos de
grandes desigualdades, pero la historia más reciente del mundo occidental es
una historia en la que, gracias al acceso de la mayor parte de la población al
trabajo asalariado, se produjo un ascenso de las grandes clases de población
pobre a una situación de clase media”, explica Begoña Pérez Eransus, doctora en
Sociología de la Universidad Pública de Navarra. “Esos ingresos permitieron
acceder a unas condiciones de bienestar que la mayor parte de la población no
había podido disfrutar hasta entonces”.
Para la experta, el reparto de la riqueza a través de las
rentas del trabajo es uno de los factores clave para la reducción de la
desigualdad experimentada en el siglo XX en las economías occidentales. Otro
elemento fundamental es la organización de las clases trabajadoras para lograr
una serie de conquistas colectivas y derechos. Por último, están las políticas
sociales. “Para mí, la recaudación progresiva de impuestos y el reparto
universal a través de políticas sociales es la mejor fórmula para favorecer la
igualdad. Permite que todo el mundo acceda a sanidad, educación y protección
sin importar cuánto haya aportado”, añade Pérez Eransus.
Partiendo de este contexto, las dos grandes causas de la desigualdad económica en las economías occidentales son la ausencia de ingresos a través de un salario y la inexistencia o baja efectividad de las políticas sociales. En muchos otros países, y en particular en los más pobres, la desigualdad va mucho más allá de la situación individual de una persona o una familia. A nivel estado, la falta de integración económica, la ausencia de políticas de redistribución de la riqueza, la liberalización y desregulación del mercado de trabajo o la corrupción pueden ser también causas de peso, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).
La falta de ingresos está relacionada de forma
muy estrecha con el resto de los indicadores de la pobreza. Ser
pobre influye en la salud, el acceso a la educación, la alimentación, la
aparición de conflictos familiares, las situaciones de vulnerabilidad y de
exclusión, el desarrollo de la población menor o la falta de oportunidades,
entre otros muchos elementos.
De acuerdo con el FMI, mientras cierto grado de desigualdad
es tolerable por la sociedad y puede incentivar la competencia, el aumento de
la desigualdad económica dificulta el progreso, tiene implicaciones
significativas para el crecimiento y la estabilidad a nivel macroeconómico,
puede contribuir a la concentración del poder político, causar inestabilidad
social, política y económica, romper la cohesión social y multiplicar el riesgo
de crisis.
“Existen muchas vías para reducir la desigualdad, algunas
mucho más complejas que otras. Apostar por sistemas de producción local que
generen economía productiva y puestos de trabajo, reforzar el desarrollo de
mercados internos y empresas que destinen su producción a ellos, mejorar las
regulaciones laborales que aseguren que los salarios sigan siendo de calidad,
invertir en sectores que generen empleo local que no sea fácil de deslocalizar
y con sueldos dignos… Son solo algunos ejemplos”, detalla Begoña Pérez
Eransus, laureada economista española
“Hay que ser conscientes del contexto actual y transformar
la economía y el sistema poco a poco”, concluye la experta. “En los países
occidentales tenemos que repensar los sistemas de pensiones y las políticas
colectivas y hay que buscar la forma de que las generaciones jóvenes puedan
acceder el bienestar que hemos tenido otras, garantizando el acceso a la
vivienda y a cierto nivel de ingresos. Si no puede ser con empleos muy
estables, porque ya no somos capaces de ofrecerlos, pues con una entrada y salida
digna de puestos temporales”.
América Latina y el Caribe es la región con la brecha de
desigualdad más grande, por encima de África subsahariana, el sudeste asiático,
el norte de África y Medio Oriente, pues en las últimas dos décadas los ricos
han incrementado sus fortunas y los pobres se acercaron más a la miseria.
En promedio, entre 2000 y 2022, el 1 por ciento más rico de
la población acaparó 5.85 veces más riqueza que la mitad más pobre de la
región; de ahí la necesidad de establecer un impuesto global a los ultrarricos,
proyecto que está diseñando el economista Gabriel Zucman a petición del
gobierno de Brasil, señaló Oxfam.
Ese 1 por ciento más acaudalado de América Latina y el
Caribe concentró 44 de cada 100 dólares de la riqueza total de la región, y la
mitad más pobre sólo 7.7 dólares.
En el caso de México, donde viven los dos hombres más ricos
de la región, Carlos Slim y Germán Larrea, sucede lo mismo. Los 14
ultrarricos del país concentran 8.18 de cada 100 pesos de la riqueza del país.
El exhorto de Oxfam se dio al mismo tiempo que la
Plataforma Regional de Cooperación Tributaria para América Latina y el Caribe
(PTLAC) se reunió la mañana de ayer, convocada por la Comisión Económica para
América Latina y el Caribe (Cepal) y dio su respaldo a Brasil, que ocupa la
presidencia del grupo de las 20 economías más desarrolladas del mundo (G20), a
fin de avanzar hacia un sistema tributario internacional progresivo que expanda
el margen de maniobra fiscal y explore alternativas que permitan financiar las
medidas para hacer frente a la crisis climática y de pérdida de biodiversidad.
En el comunicado conjunto no se destacó la propuesta de
gravar a los ultrarricos, pero la PTLAC votó a favor de que se prepare un plan
de trabajo anual que avance en la elaboración de herramientas que faciliten la
cooperación tributaria a escalas regional e internacional.
Impostergable, reforma tributaria progresiva
El respaldo de México a esta iniciativa es
crucial, considerando que somos el país con la menor recaudación de impuestos a
la propiedad en toda la región, equivalente a 0.32 por ciento del PIB, declaró
Alexandra Haas, directora ejecutiva de Oxfam México. Agregó
que una reforma fiscal progresiva en México es impostergable.
De acuerdo con un estudio de Oxfam México publicado a
principios de año, Carlos Slim acumula 4.48 de cada 100 pesos de la riqueza que
se genera en la región; en tanto, 36 de cada 100 personas en México (46.8
millones) se encuentran en pobreza, de acuerdo con las estimaciones más
recientes del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo
Social.
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