Cuando llega la jubilación es una nueva etapa, de la vida, que por su propia naturaleza de experiencias debería ser la mas contemplativa, sin embargo en esta no actividad es en la que nos sentimos desorientados, sin proposito, porque realmente por lo menos en mi caso, no parece muy antojable seguir en la vida, quizás porque no sabemos que hacer con la inactividad.
Hemos encontrado leyendo "la vida contemplativa" obra Byung-Chul-Han, algunas de las respuestas, el fiolósofo aborda la
creciente pérdida de nuestra capacidad de no hacer nada, absorbidos
completamente por la acción y el rendimiento y por lo tanto por una vida
completamente explotada, percibimos la vida sólo en términos de trabajo y de
rendimiento, interpretamos la inactividad como un problema que debe ser
remediado, cuanto antes toda la existencia humana está siendo absorbida por la
actividad pero dice Chul-Han que no llegamos a entender que la inactividad, no
implica una incapacidad para la actividad, o su rechazo, o su mera ausencia, la
inactividad tiene su propia lógica, su propio lenguaje, su propia temporalidad,
su propia arquitectura, su propio esplendor, incluso la inactividad tiene su
propia magia, la inactividad no es una forma de debilidad ni una falta de algo
es una forma de intensidad diferente que nuestra sociedad no es capaz de
percibir, la inactividad es una forma de esplendor de la existencia humana, pero
hoy esa perspectiva se ha debilitado hasta ser considerada una forma vacía de
actividad.
Definir la inactividad por la falta de actividad es un error, en las relaciones de producción capitalistas a la inactividad la llamamos tiempo libre, es decir un tiempo de descanso del trabajo, de tal manera que la encuadramos dentro de la lógica de la actividad, si la consideramos un derivado del trabajo la inactividad se entiende como una forma funcional a la producción, si así fuera no se trataría en realidad de un tiempo libre vivo, se trataría de un tiempo muerto, pero el tiempo verdaderamente libre no pertenece al orden del trabajo y de la producción, por eso a la obligación de trabajar y rendir se le debe contraponer una política de la inactividad que sea capaz de producir un tiempo verdaderamente libre lo que vuelve auténticamente humano, al hacer es la cuota de inactividad que hay en él por qué es la inactividad la verdadera forma de lo humano, el callar le da profundidad al hablar, sin silencio no hay música, sólo ruido allí donde sólo reina el esquema de estímulo respuesta, problema, solución, propósito y acción, la vida degenera, sólo en supervivencia, la vida sólo recibe su resplandor de la inactividad sin la capacidad de la inactividad nos convertimos en máquinas que sólo tienen que funcionar haciendo, al envejecer, proceso biológico natural, queremos conservar hábitos y costumbres que tuvimos a los 20 años, queremos jugar, correr, hacer el amor, sin darnos cuenta de que esas acciones cuantitativas, tienen que transformarse en acciones cualitativas para eso necesitamos la inactividad, decubrir nuevamente el placer del olor de una rosa, de una buena charla con una copa de vino, de seguir viviendo intensamente en otra dimensión.
La acción forma parte de la historia pero no es una fuerza formadora de cultura, el origen de la cultura no es la guerra, es la fiesta el origen de la cultura no es el arma, sino el adorno, la cultura no se forma con caminos que van directo a la meta, por el contrario la cultura se forma por digresiones desvíos y excesos Byung-Chul-Han recurre a la fiesta del sabbat para caracterizar a la fiesta en tanto comunidad durante el sabbat toda actividad debe cesar no se permite seguir ningún negocio, la inactividad y la suspensión de la economía son esenciales para la fiesta del sabbat, el capitalismo en cambio transforma hasta las fiestas religiosas en un negocio, un evento y un espectáculo, las fiestas son hoy una forma de consumo y en cuanto tal no establecen comunidad, Guy Debord en "La sociedad del espectáculo", describe al presente como una época sin fiestas dice Debord, esta época que exhibe ante sí misma su tiempo como si fuera el retorno de una multitud de festividades, es una época sin fiestas y un tiempo sin fiestas, es un tiempo sin comunidad hoy se habla de community pero eso se trata de una forma mercantil de comunidad de ella no surge un nosotros del mismo modo que la comunicación digital es una comunicación sin comunidad, junto con el de comunidad otros rasgos constitutivos de la fiesta es el lujo, el lujo es un luxarse es decir un salirse un desviarse de las necesidades de la pura vida el capitalismo absolutiza la supervivencia y cuando la vida degenera en supervivencia el lujo desaparece, el trabajo y el rendimiento pertenecen al orden de la supervivencia en el capitalismo incluso el lujo se consume adopta la forma de una mercancía, nada de eso tiene que ver con la fiesta para Theodore Adorno, es una dialectica de los negativo, el lujo es el símbolo de una felicidad auténtica malograda por la lógica de la eficiencia y la funcionalidad, un tren de alta velocidad es un milagro de eficiencia pero nada tiene que ver con el extinto esplendor del viaje en tren, el placer de viajar las despedidas, las ventanas abiertas, las viandas, la sensación de gozar de un privilegio todo eso ha desaparecido, la verdadera felicidad surge de lo vano e inútil, los reconocidamente poco práctico lo improductivo la verdadera felicidad surge de lo desmedido y lo superfluo de las formas y los gestos inútiles que nos sirven para nada, el pasear parsimoniosamente comparado con el caminar o correr hacia algún lugar preciso es un lujo, el ceremonial de la inactividad es hacer pero hacer para nada, este para nada esta libertad respecto a una finalidad o una utilidad es la esencia de la inactividad es la forma fundamental de la felicidad, aprender a hacer nada a contemplar la vida, y después de eso descansar, tenemos mucha mas habilidad para apreciar cada momento por que no tenemos prisa, el tiempo del rendimiento quedo atrás.
La espera y la duda son otras dos figuras de la inactividad, sin la duda decía Rene Descartes, el andar humano se asemeja a una marcha como el ala de la mariposa, es la vacilación la que le otorga su encanto la resolución o el apuro le quitan
cualquier gracia la fiesta, el tiempo adquiere la fascinación de que nos hemos liberado de su yugo, se contrapone al trabajo en la medida que se libera
por completo del para algo de la finalidad de la utilidad, el andar liberado del
para algo del caminar hacia alguna parte se convierte en danza cuando esperamos
algo determinado, esperamos menos y nos cerramos al acontecer inconsciente dice Maurice Blanchot que lo discute habilmente en su onra "La Escritura del desastre" en el cual describe que la espera empieza cuando ya no hay nada que esperar, ni
siquiera el fin de la espera, cuando la espera no espera nada la espera es la
postura mental de quien está inactivo y contemplativo, la inactividad contemplativa
diferencia al pensador del observador que siempre persigue un objetivo concreto, el pensador no tiene un propósito carece de un objetivo, la vida misma es una eterna sorpresa porque ya tenemos el tiempo para gozar de mundo, en mente el saber no
logra reflejar la vida completamente porque la vida completamente consciente es
una vida muerta, lo viviente no es transparente para sí mismo, el no saber como una
forma de inactividad reaviva la vida el libre pensador que se está extinguiendo
dado que falta tiempo para pensar ya no se ponderan los parejes, divergentes
basta con odiarlo dice Frederich Nietzche, anticipándose a nuestra realidad más de un siglo
el libre pensador brilla en la en actividad, pero en ninguna otra época han
cotizado más alto los activos y los de sosegados por eso dice Nietzsche que la
civilización cae en una nueva barbarie Nietzche elevó la ignorancia al núcleo de
la vida, hay que tener voluntad, ignorancia, sin esa clase de ignorancia la vida
misma sería imposible es una condición para la cual lo vivo se conserva y crece
no habla Nietzsche de la voluntad de saber sino de la voluntad de ignorar, la
obligación de actuar y la aceleración de la vida se están revelando como un
eficaz medio de dominación, si hoy ninguna Revolución es posible quizás sea
porque ya no tenemos tiempo para pensar las prácticas rituales, en las que la
inactividad tiene un papel esencial que nos elevan por encima de la pura vida, el
ayuno y el ascetismo se disocian terminantemente de la vida como supervivencia
de la urgencia y la necesidad de la pura vida, constituyen ayuno y ascetismo
formas de lujo y es eso lo que le confiere su carácter festivo es el reposo
contemplativo lo que los destaca el asunto ritual renueva la vida al reactivar
los sentidos, le devuelve a la vida su vivacidad, en cambio cuando el ayuno se
realiza por mandato de la salud se pone al servicio de la mera supervivencia
las inactividades requieren de mucho tiempo, exigen un rato largo extenso una intensa pausa de contemplación, por esa razón son raras las inactividades en una época de apuros y urgencias en la que todo se ha tornado de corto plazo tan de corto aliento hoy se impone por todas partes la forma de una vida consumista en la que toda necesidad debe ser satisfecha de inmediato, no tenemos paciencia para una espera en la que algo pueda madurar lentamente lo único que cuenta es el éxito veloz, las acciones se acortan y se convierten en reacciones las experiencias se rebajan a vivencias los sentimientos se empobrecen en las formas de emociones y afectos cada vez soportamos menos el tedio y por eso perdemos la capacidad de tener experiencias, la inactividad es la condición de posibilidad de la experiencia quien está realmente inactivo no se afirma a sí mismo se desprende de su nombre se vuelve nadie sin nombre ni propósito se entrega entonces a lo que acontece Roland Barthes, fue un critico, teórico, literario, semiologo y filósofo, quién se interesó y escribió sobre critica literari, linguistica, filosofía del lenguaje, los signos, los simbolos y la fotografía, lo expresa en un gimnasio quietamente sentado sin hacer nada llega la primavera y crece la hierba sola la inactividad a la que Barthes, llama pereza produce un efecto de subjetivismo, individualizan la inactividad te desarma el sujeto renuncia a sí mismo se entrega a sí mismo a lo que sucede cada acción se suspende en un acontecer sin sujeto esa sería la auténtica pereza, lograr en determinados momentos ya no tener que decir yo hay que entender que la inactividad y la actividad no son contrarios la actividad se nutre de la inactividad.
Para Walter Benjamin la inactividad de la partida de lo nuevo nos llega el tedio cuando no sabemos qué es lo que esperamos que supongamos saberlo es la expresión de nuestra desorientación, el aburrimiento ese el umbral de los grandes hechos el aburrimiento es la cara visible del acontecimiento inconsciente sin él no sucede nada, el núcleo de lo nuevo no es la determinación de la acción sino el acontecimiento inconsciente la dialéctica de la inactividad la transforma en una zona indeterminada que nos capacita para producir algo que no ha existido nunca todavía sin esa zona que crea la dialéctica de la inactividad sin ese umbral todo se repite igual niche reconoce también que los hombres inventivos viven distinto a los hombres activos precisan tiempo para que se despliegue su actividad sin fines ni reglas prefijadas para los ensayos a tientas cosa que no es posible para los que actúan por utilidad los activos creadores se diferencian de los creadores útiles porque hacen pero hacen para nada es precisamente esa parte de inactividad en la actividad la que facilita que surja algo completamente distinto que surja algo que aún no existe.
La jubilación es por lo tanto, la mejor época para la inactividad creadora, para leer, para escribir, para contemplar, para gozar la vida sin la prisa de que hare mañana.
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