Miguel de Cervantees Saavedra (Alcalá 29 de septiembre ded 1547-Madrid 27 de abril de 1616) fue un novelista, poeta, dramaturgo y soldado esspañol. Es considerado la máxima figura de la literatura española. Fue el autor del Ingenioso hidago don Quijote de la Mancha, novela conocida como El Quijote, la cual es reconocida como la primera novela moderna, así como una de las mejores obras de la literatura universal, cuya cantidad de ediciones y traducciones, solo es superada por La Biblia y que igualmente solo los hombre de fe la han leído completamente, en el caso del Quijote es extremadamente narrativa y extensa por lo que se dice "en broma" o en serio que ni Cervantes la leyó completa, solo la escribió.
No existen datos precisos sobre
los primeros estudios de Miguel de Cervantes, que, sin duda, no llegaron
a ser universitarios. Parece ser que pudo haber estudiado en Valladolid,
Córdoba o Sevilla. En 1566 se estableció en Madrid. Asistió al Estudios de la Villa, regentado por el
catedrático de gramática Juan López de Hoyos (que en 1569 publicó
un libro sobre la enfermedad y muerte de la reina Isabel de Valois, tercera
esposa de Felipe II. López de Hoyos incluye en ese libro
dos poesías de Cervantes, a quien llama «nuestro caro y amado discípulo»,
consideradas por algunos cervantistas sus primeras manifestaciones literarias.
En esos años juveniles se documenta su afición al teatro: asistía a las
representaciones de Lope de Rueda, como afirma en el prólogo que
puso a sus Ocho comedias y ocho entremeses (1615): El teatro es la escuela dónde aprende la sátira.
No había en aquel tiempo tramoyas, ni desafíos de moros y cristianos, a pie ni a caballo; no había figura que saliese o pareciese salir del centro de la tierra por lo hueco del teatro, al cual componían cuatro bancos en cuadro y cuatro o seis tablas encima, con que se levantaba del suelo cuatro palmos; ni menos bajaban del cielo nubes con ángeles o con almas. El adorno del teatro era una manta vieja, tirada con dos cordeles de una parte a otra, que hacía lo que llaman vestuario, detrás de la cual estaban los músicos, cantando sin guitarra algún romance antiguo” Y, según declara en la segunda parte del Quijote por boca de su personaje principal, en su juventud «se le iban los ojos tras la fárandula (Don Quijote, II, 12).
Viaje a Italia y la batalla de
Lepanto
Se ha conservado una providencia de Felipe II de 1569, donde manda prender a Miguel de Cervantes, acusado de
herir en un duelo a un tal Antonio Sigura, maestro de obras. Si se
tratara realmente de Cervantes y no de un homónimo, podría ser este el
motivo que le hizo pasar a Italia. Llegó a Roma en diciembre del mismo año.
Allí leyó los poemas caballerescos de Ludovico Ariosto, que tanto influirán en el Don Quijote y los Diálogos
de amor del judío sefardita, de inspiración neoplatónica, que determinarán su idea del amor.
Cervantes se imbuye del estilo y del arte de Italia, sobre todo al amor romántico y guardará siempre
tan gratísimo recuerdo de aquellos estados, que al principio de "El licenciado Vidriera", una de
sus novelas, hace poco menos que
una guía turística de ella, Italia siempre fue para Cervantes, la
cuna de la cultura influenciado por los grandes artistas de Florencia, de
Leonardo da Vinci, Miguel Ángel Buenarroti, desde luego Dante Alighieri y la
famosa “Divina Comedia”.
Llegaron a la hermosa y bellísima
ciudad de Génova; y, desembarcándose en su recogido mandrache, después de haber
visitado una iglesia, dio el capitán con todas sus camaradas en una hostería,
donde pusieron en olvido todas las borrascas pasadas con el presente gaudeamus.
Allí conocieron la suavidad del Treviano, el valor del Montefrascón, la fuerza
del Asperino, la generosidad de los dos griegos Candia y Soma, la grandeza del
de las Cinco Viñas. Finalmente, más vinos nombró el huésped, y más les dio,
que pudo tener en sus bodegas el mismo Baco. Admiráronle también al buen Tomás
los rubios cabellos de las genovesas, y la gentileza y gallarda disposición de
los hombres; la admirable belleza de la ciudad, que en aquellas peñas parece
que tiene las casas engastadas como diamantes en oro. Y en cinco [días]
llegó a Florencia, habiendo visto primero a Luca, ciudad pequeña, pero muy bien
hecha, y en la que mejor que en otras partes de Italia, son bien vistos y
agasajados los españoles. Estuvo feliz en Florencia en estremo, así por su agradable
asiento como por su limpieza, sumptuosos edificios, fresco río y apacibles
calles. Y luego se partió a Roma, reina de las ciudades y señora del
mundo. Visitó sus templos, adoró sus reliquias y admiró su grandeza; y, así
como por las uñas del león se viene en conocimiento de su grandeza y ferocidad,
así él sacó la de Roma por sus despedazados mármoles, medias y enteras
estatuas, por sus rotos arcos y derribadas termas, por sus magníficos pórticos
y anfiteatros grandes; por su famoso y santo río, que siempre llena sus
márgenes de agua y las beatifica con las infinitas reliquias de cuerpos de
mártires que en ellas tuvieron sepultura; por sus puentes, que parece que se
están mirando unas a otras, que con solo el nombre cobran autoridad sobre todas
las de las otras ciudades del mundo: la vía Apia, la Flaminia, la Julia, con
otras desde Jaez. Pues no le admiraba menos la división de sus montes dentro de
sí misma: y
el Vaticano , con los otros cuatro, cuyos nombres
manifiestan la grandeza y majestad romana. Notó también la autoridad del
Colegio de los Cardenales, la majestad del Sumo Pontífice, el concurso y
variedad de gentes y naciones.
En Roma se pone al servicio de Guilio Acquaviva , que será cardenal en 1570 y a quien probablemente conoció en Madrid. Le siguió por Palermo, Milán, Florencia, Parma y Ferrara, itinerario que también aparece admirativamente comentado en El licenciado Vidriera. Pronto lo dejará para ocupar la plaza de soldado en la compañía del capitán Diego de Urbina. Embarcó en la galera Marquesa. El 7 de octubre de 1571, participó en la batalla de Lepanto, «la más alta batalla que vieron los siglos pasados, escribió los presentes, ni esperan ver los venideros», formando parte de la armada cristiana, dirigida por don Juan de Austria , «hijo del rayo de la guerra Carlos V, de felice memoria», y hermanastro del rey, y donde participaba uno de los más famosos marinos de la época, Alvaro de Bazán, que residía en La Mancha. En una información legal elaborada ocho años más tarde se dice: cuando se reconoció el armada del Turco, en la dicha batalla naval, el dicho Miguel de Cervantes estaba malo y con calentura, y el dicho capitán... y otros muchos amigos suyos le dijeron que, pues estaba enfermo y con calentura, que estuviese quedo abajo en la cámara de la galera; y el dicho Miguel de Cervantes respondió que qué dirían de él, y que no hacía lo que debía, y que más quería morir peleando por Dios y por su rey, que no meterse so cubierta, y que con su salud, es de notar el caballeresco gesto de Cervantes. Y peleó como valiente soldado con los dichos turcos en la dicha batalla en el lugar del esquife, como su capitán lo mandó y le dio orden, con otros soldados. Y acabada la batalla, como el señor don Juan supo y entendió cuán bien lo había hecho y peleado el dicho Miguel de Cervantes, le acrecentó y le dio cuatro ducados más de su paga. De la dicha batalla naval salió herido de dos arcabuzazos en el pecho y en una mano, de que quedó estropeado de la dicha mano, de ahí el pseudonimos del manco de Lepanto. La vida de Cervantes en si es una aventura, de aquel que se enamoró de Italia, de las influencias del renacimiento y desde luego de su entrega como soldado que le costo una mano, pero su gallardía se vería reflejada en sus escritos y en su literatura un romántico y valeroso caballero.
Cautiverio en Argel
Durante su regreso desde Nápoles
a España a bordo de la galera Sol, una flotilla turca comandada
por Mami Arnaute hizo presos a Miguel y a su
hermano Rodrigo el 26 de septiembre de 1575. Fueron capturados a la altura
de lo que actualmente recibe el nombre de Costa Brava ,
y llevados a Argel.
Cervantes es adjudicado como esclavo al renegado griego Dali Mamí.
El hecho de haberse encontrado en su poder las cartas de recomendación que
llevaba de don Juan de Austria hizo pensar a sus captores que Cervantes era una persona
muy importante y por quien podrían conseguir un buen rescate. Pidieron
quinientos escudos de oro por su libertad.
Los años en Argel constituyen lo
que Alonso Zamora llamó «un hecho
primordial en la vida de Cervantes», que la divide «en dos mitades, «en el núcleo central de
la gran invención literaria».
Durante los casi cinco años de
encarcelamiento, Cervantes, hombre nada acomodaticio y con un fuerte espíritu y
motivación, trató de escapar en cuatro ocasiones organizando él mismo los
cuatro intentos. Para evitar represalias en sus compañeros de cautiverio, se
hizo responsable de todo ante sus enemigos y prefirió la tortura, a la delación.
Gracias a la información oficial y al libro de fray Diego de Haedo Topografía e historia general de Argel (1612),
se tienen noticias importantes sobre el cautiverio. Tales notas se complementan
con sus comedias El trato de Argel, Los baños de Argel y el relato
conocido como «Historia del cautivo» inserto en la primera parte de El
Quijote, entre los capítulos 39 y 41. Indudablemente durante esos años Cervantes
tuvo una gran influencia musulmana que plasma posteriormente en sus obras. Y
denota en el mismo que era un aventurero y caballero español.
El primer intento de fuga
fracasó, porque el moro que tenía que conducir a Cervantes y a sus compañeros
a Orán los abandonó en la primera jornada.
Los presos tuvieron que regresar a Argel, donde fueron encadenados y vigilados
más que antes. Mientras tanto, la madre de Cervantes había conseguido reunir
cierta cantidad de ducados con la esperanza de poder rescatar a sus dos hijos.
En 1577 se concertaron los tratos, pero la cantidad no era suficiente para
rescatar a los dos. Miguel prefirió que fuera puesto en libertad su hermano
Rodrigo, quien regresó a España. Rodrigo llevaba un plan elaborado por su
hermano para liberarlo a él y a sus catorce o quince compañeros más.
Cervantes se reunió con los otros presos en una cueva oculta , en espera de una galera española
que vendría a recogerlos. La galera, efectivamente, llegó e intentó acercarse
por dos veces a la playa; pero, finalmente, fue apresada. Los cristianos
escondidos en la cueva también fueron descubiertos, debido a la delación de un
cómplice traidor, apodado El Dorador. Cervantes se declaró único
responsable de organizar la evasión e inducir a sus compañeros. Aquí nuevamente muestra su generosidad, que reflejariaa posteriormente en Sancho Panza. El bey (gobernador
turco) de Argel, Azán Baja, lo encerró cargado de cadenas, donde permaneció durante cinco meses. El tercer
intento lo trazó Cervantes con la finalidad de llegar por tierra hasta Orán.
Envió allí a un moro fiel con cartas para Martín de Cordoba, general de aquella
plaza, explicándole el plan y pidiéndole guías. Sin embargo, el mensajero fue
preso y las cartas descubiertas. En ellas se demostraba que era el propio
Miguel de Cervantes quien lo había tramado todo. Fue condenado a recibir dos
mil palos, sentencia que no se cumplió porque muchos fueron los que
intercedieron por él. El último intento de escapar se produjo gracias a una
importante suma de dinero que le entregó un mercader valenciano que estaba en
Argel. Cervantes adquirió una fragata capaz de transportar a sesenta cautivos
cristianos. Cuando todo estaba a punto de solucionarse, uno de los que debían
ser liberados, el ex dominico docto Juan Blanco de la Paz, reveló todo el plan a Azán
Bajá. trasladó a Cervantes a una cárcel más segura, en su mismo palacio.
Después, decidió llevarlo a Constantinopla (Estambúl) ,
donde la fuga resultaría una empresa casi imposible de realizar. De nuevo,
Cervantes valerosamente asumió toda la responsabilidad.
En mayo de 1580, llegaron a Argel padre merceario y trinitarios (órdenes religiosas que trataban de liberar cautivos, incluso intercambiándose por ellos si era necesario). Fray Antonio partió con una expedición de rescatados. Fray Juan Gil , que únicamente disponía de trescientos escudos, trató de rescatar a Cervantes, por el cual se exigían quinientos. El fraile se ocupó de recolectar entre los mercaderes cristianos la cantidad que faltaba. La reunió cuando Cervantes estaba ya en una de las galeras en que Azán Bajá zarparía rumbo a Constantinopla, atado con «dos cadenas y un grillo». Gracias a los 500 escudos tan arduamente reunidos, Cervantes es liberado el 19 de septiembre de 1580. El 24 de octubre regresó, al fin, a España con otros cautivos también rescatado, imaginemos por 500 escudos no se hubiera escrito El Quijote. Llegó a Denia desde donde se trasladó a Valencia. En noviembre o diciembre regresó con su familia a Madrid. Esta experiencia dejará huella en Cervantes que podemos ver en El trato de Argel, La Galatea y en Los trabajos de Persiles y Segismunda .
Regreso a España
En mayo de 1581, Cervantes se
trasladó a Portugal, donde se hallaba entonces la corte de Felipe II, con el propósito de encontrar algo
con lo que rehacer su vida y pagar las deudas que había contraído su familia
para rescatarle de Argel. Le encomendaron una comisión secreta en Orán, puesto
que tenía muchos conocimientos de la cultura y costumbres del norte de África.
Por ese trabajo recibió 50 escudos. Volvió a Lisboa y
a finales retornó a Madrid. En febrero de 1582, solicitó un puesto de trabajo
vacante en las Indias, sin conseguirlo. Es muy probable que entre los años 1581
y 1583 Cervantes escribiera La Galeata,
su primera obra literaria en volumen y trascendencia. Se publicó en Alcalá en 1585. Hasta entonces
solo había publicado algunas composiciones en libros ajenos, en romanceros y
cancioneros, que reunían producciones de diversos poetas. La Galatea apareció
dividida en seis libros, aunque solo escribió la «primera parte». Cervantes no
perdió nunca el propósito de continuar la obra; sin embargo, jamás llegó a
imprimirse. En el prólogo la obra es calificada como "ëgologa" y se insiste en la afición que Cervantes ha tenido siempre a la poesía.
Pertenece al género de la novela pastoril que había asentado en España la Diana,
de Jorge Montemayor. Aún se pueden observar
reminiscencias de las lecturas que realizó cuando fue soldado en Italia. Cervantes a mi parecer fue siempre un aventurero que le gustava escribir sobre sus avanturas, exagerando o cambiando escenarios en sus epoepyas.
A mediados de septiembre de 1584,
Cervantes acudió a Esquivias , llamado por doña Juana Gaytán que quería que se
encargara de la publicación del Cancionero, poemario de su difunto
esposo, Pedro Laimez, el 22 de septiembre de dicho año,
y ante el procurador Ortega Rosa, Juana Gaytán firmó el poder dado a Cervantes.
Tres meses después, el 12 de diciembre de 1584, Cervantes contrae matrimonio
con Catalina de Salazar y Palacios en
el pueblo toledano de Esquivias. Catalina era una joven que no llegaba a los
veinte años y que aportó una pequeña dote. El matrimonio con su esposa no
resultó, y a los dos años de casados, Cervantes comienza sus extensos viajes
por Andalucía. El matrimonio no llegó a tener hijos. Cervantes nunca habla de
su esposa en sus muchos textos autobiográficos, a pesar de ser él quien estrenó
en la literatura española el tema del divorcio, entonces imposible en un país
católico, con el entremés El juez de los divorcios. Se supone que
el matrimonio fue infeliz, aunque en ese entremés sostiene que «más vale el
peor concierto / que no el divorcio mejor».
En 1587, viajó a Andalucia como
comisario de provisiones de la Armada Invencible. Durante los años como comisario, recorrió una y otra vez
el camino que va de Madrid a Andalucía, pasando por Toledo y La Mancha).
Ese es el itinerario de Rinconete y Cortadillo.
A partir de 1594, será recaudador
de impuestos atrasados (tercias y alcabalas), empleo que le acarreará numerosos
problemas y disputas, puesto que era el encargado de ir casa por casa
recaudando impuestos, que en su mayoría iban destinados a cubrir las guerras en
las que estaba involucrada España.
A finales de 1594, realizó un
viajear al Reino de Granada con la obligación de recaudar en Málaga, Ronda y
Vélez-Málaga los 557,029 maravedíes que se debían a la Corona. En
Vélez-Málaga tenía que cobrar un total de 277,040 maravedíes, que nunca
llegaron a recaudarse, pues en la ciudad malagueña solo consiguió llegar a los
136,000 maravedís. Tres años después, el Consejo de Hacienda comprobó que
no cuadraban las cuentas, y por provisión real del 6 de septiembre de 1597 se
le exigió a Cervantes que en 30 días justificase los 79,804 maravedís que
faltaban. Esta disparidad en los libros de cuentas, le llevó a pasar varios
meses en la Carcel Real de Sevilla..
Es encarcelado en 1597, entre
septiembre y diciembre de ese año, tras la quiebra del banco donde depositaba
la recaudación. Supuestamente Cervantes se había apropiado de dinero público y
sería descubierto tras ser encontradas varias irregularidades en las cuentas
que llevaba. En la cárcel «engendra» Don Quijote de la Mancha , según el
prólogo a esta obra. No se sabe si con ese término quiso decir que comenzó a
escribirlo mientras estaba preso o, simplemente, que se le ocurrió la idea
allí.
Por entonces inicia su carrera
dramática Miguel de Cervantes sobre postulados renacentistas y clasicistas:
respeto a las tres unidades aristotélicas y no mezclar
lo trágico y lo cómico, como recomendaba Horacio en
su Espistola de los Pisone o Arte
poética. Ya se ha visto cómo Cervantes amaba el teatro desde su niñez (en
el Quijote abunda el diálogo). Arriesgó con algunas innovaciones como reducir las comedias a tres actos o utilizar personajes
alegóricos y tuvo un cierto éxito hasta que triunfó Lope de Vega con
una fórmula más moderna (expresa en 1609, cuando difundió su arte nuevo de hacer comedias con este tiempo, y todos lo siguieron, de suerte que ya ningún
empresario teatral («autor» en la lengua de la época) quiso comprarle a
Cervantes sus comedias, que aparecían como anticuadas. Lope de Vega notó la
ojeriza que le tomó Cervantes por este hecho, expresa en las críticas
clasicistas que contiene su Don Quijote (I, 48) hacia su
teatro, pero después Cervantes asumió a regañadientes la nueva fórmula («los
tiempos mudan las cosas/y perfeccionan las artes», escribirá en el diálogo
entre Comedia y Necesidad de su pieza El rufián dichoso) y empezará
a escribir comedias según la nueva fórmula. Más tarde (1615), en el melancólico
prólogo que pondrá a sus Ocho comedias y ocho entremeses nunca
representados, hablará de su experiencia teatral:
Se vieron en los teatros de
Madrid representar Los tratos de Argel, que yo compuse; La destrucción de Numancia y La
batalla naval, donde me atreví a reducir las comedias a tres jornadas, de
cinco que tenían; mostré, o, por mejor decir, fui el primero que representase
las imaginaciones y los pensamientos escondidos del alma, sacando figuras
morales al teatro, con general y gustoso aplauso de los oyentes; compuse en
este tiempo hasta veinte comedias o treinta, que todas ellas se recitaron sin
que se les ofreciese ofrenda de pepinos ni de otra cosa arrojadiza; corrieron
su carrera sin silbos, gritas ni barahúndas. Tuve otras cosas en que ocuparme;
dejé la pluma y las comedias, y entró luego el monstruo de naturaleza, el
gran Lope de Vega, y alzóse con la monarquía cómica;
avasalló y puso debajo de su juridición a todos los farsantes; llenó el mundo
de comedias proprias, felices y bien razonadas, y tantas, que pasan de diez mil
pliegos los que tiene escritos, y todas (que es una de las mayores cosas que
puede decirse) las ha visto representar, o oído decir, por lo menos, que se han
representado; y si algunos, que hay muchos, han querido entrar a la parte y
gloria de sus trabajos, todos juntos no llegan en lo que han escrito a la mitad
de lo que él sólo. Algunos años ha que volví yo a mi antigua ociosidad,
y, pensando que aún duraban los siglos donde corrían mis alabanzas, volví a
componer algunas comedias, pero no hallé pájaros en los nidos de antaño; quiero
decir que no hallé autor que me las pidiese, puesto que sabían que las tenía; y
así, las arrinconé en un cofre y las consagré y condené al perpetuo silencio.
En esta sazón me dijo un librero que él me las comprara si un autor de título
no le hubiera dicho que de mi prosa se podía esperar mucho, pero que del verso,
nada; y, si va a decir la verdad, cierto que me dio pesadumbre el oírlo, y dije
entre mí: «O yo me he mudado en otro, o los tiempos se han mejorado mucho;
sucediendo siempre al revés, pues siempre se alaban los pasados tiempos». Torné
a pasar los ojos por mis comedias, y por algunos entremeces míos
que con ellas estaban arrinconados, y vi no ser tan malas ni tan malos que no
mereciesen salir de las tinieblas del ingenio de aquel autor a la luz de otros
autores menos escrupulosos y más entendidos. Aburríme y vendíselas al tal
librero, que las ha puesto en la estampa como aquí te las ofrece.
Como dramaturgo Cervantes
sobresalió en un género: el entremes ,
así como en las comedias en que describe sus experiencias personales como
esclavo cautivo de los musulmanes en Argel: El trato de Argel, su
refundición Los baños de Argel y La gran sultana,
que figuran dentro del subgénero denominado «comedia de cautivos». También
pueden considerarse obras maestras su tragedia El cerco dde Numacia (1585) y la
comedia El rufián dichoso. Hace poco se ha recuperado una tragedia
que se consideraba perdida, la Jerusalén, también harto notable.
En 1604 se instaló en Valladolida por aquel entonces corte real, Valladolid —desde
1601— de Felipe III). El mismo año 1604 Antonio de Herrera y Tordesilla, Cronista de Indias y Censor de la obra de Miguel de Cervantes, autorizó la
impresión. Y en enero de 1605 publicó la primera parte de la que será su
principal obra: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha. Ello
marcó el comienzo del ralismo como estética literaria
y creó el género litearios de la novela moderna,
la novela polifónica, de amplísimo influjo
posterior, mediante el cultivo de lo que llamó «una escritura desatada» en la
que el artista podía mostrarse «épico, lírico, trágico, cómico» en el crisol
genuino de la parodia de todos los géneros. La segunda parte no aparece
hasta 1615: El ingenioso caballero don Quijote de la Mancha.
Ambas obras le ganan un puesto en la historia de la literatura universal y convierten a su autor, junto con Dante Alighieri, William Shakespeare, Mucheal de Montagnio y Gothe en un autor canónico de la literatura occidental. En Valladolid entre los años 1604 y 1606 coincidiría con la publicación de la primera edición del Quijote, en 1605. Aquí trabajaría en la segunda parte de la novela y escribiría además El coloquio de los perros, El licenciado Vidriera o la ilustre fregona.
Entre las dos partes del Quijote aparecen en 1613 las Novelas ejemplares, un conjunto de doce narraciones breves, compuestas algunas de ellas muchos años antes. Su fuente es propia y original. En ellas explora distintas fórmulas narrativas como la sátira lucianesca (El coloquio de los perros), la novela picarsca ((Rinconete y Cortadillo), la miscelanea (El licenciado vidriera), la novela bisantina (La española inglesa, El amante liberal) o, incluso, la novela policiaca (La fuerza de la sangre). De dos de ellas, como por ejemplo El celoso extremeño, existe una segunda redacción testimoniada por el manuscrito llamado de Porras de la Camara , descubierto y en breve destruido en el siglo XIX. Solo esta colección de novelas habría podido en sí misma haberle creado un puesto muy destacado en la historia de la literatura castellana.
La crítica literaria fue una
constante en su obra. Aparece en la Galatea, en el Quijote y
a ella le consagró el Viaje del Parso (1614) extenso poema en tercetos encadenados. En
1615, publica Ocho comedias y ocho entremeses nuevos nunca representados pero su drama más
popular hoy, La Numancia, además de El tratado de Argel quedó inédito hasta el siglo XVIII.
Un año después de su muerte,
aparece la novelan Los tratados de Persiles y Segismunda cuya dedicatoria a Pedro Fernández de Castro y Andrade VII conde de Lemos, su mecenas durante años, y a
quien están también dedicadas la segunda parte del Quijote y
las Novelas ejemplares, y que firmó apenas dos días antes de morir,
resulta una de las páginas más conmovedoras de la literatura española:
Señor; aquellas coplas antiguas
que fueron en su tiempo celebradas, que comienzan: «Puesto ya el pie en el
estribo», quisiera yo no vinieran tan a pelo en esta mi epístola, porque casi
con las mismas palabras las puedo comenzar diciendo:
Puesto ya el pie en el estribo, con
las ansias de la muerte, gran señor, ésta te escribo.
Ayer me dieron la extremaunción,
y hoy escribo ésta. El tiempo es breve, las ansias crecen, las esperanzas
menguan, y, con todo esto, llevo la vida sobre el deseo que tengo de vivir y
quisiera yo ponerle coto hasta besar los pies de V. E., que podría ser fuese
tanto el contento de ver a V. E. bueno en España, que me volviese a dar la
vida. Pero, si está decretado que la haya de perder, cúmplase la voluntad de
los cielos y, por lo menos, sepa V. E. este mi deseo y sepa que tuvo en mí un
tan aficionado criado de servirle, que quiso pasar aún más allá de la muerte
mostrando su intención. Con todo esto, como en profecía, me alegro de la
llegada de V. E.; regocíjome de verle señalar con el dedo y realégrome de que
salieron verdaderas mis esperanzas dilatadas en la fama de las bondades de V.
E. Todavía me quedan en el alma ciertas reliquias y asomos de las Semanas
del Jardín y del famoso Bernardo. Si a dicha, por buena
ventura mía (que ya no sería sino milagro), me diere el cielo vida, las verá,
y, con ellas, el fin de la Galatea, de quien sé está aficionado V.
E., y con estas obras continuado mi deseo; guarde Dios a V. E. como puede,
Miguel de Cervantes.
Persiles es unanovela bisantina que, según el autor, pretendía competir con el modelo
clásico griego de Heliodoro ; tuvo éxito, pues conoció algunas ediciones más en
su época, pero fue olvidada y oscurecida por el triunfo indiscutible de
su Don Quijote. Cervantes utiliza un grupo de personajes como hilo
conductor de la obra, en vez de dos. Anticipa, además, el llamado realismo mágico dando entrada a algunos
elementos fantásticos. En cierto modo, cristianiza el modelo original
utilizando el tópico del homo viator,
alcanzándose el clímax al final de la obra con la amarg gnórisis de
los dos enamorados principales, llamados hasta entonces Periandro y Auristela,
en la ciudad santa de Roma:
Nuestras almas, como tú bien sabes y como aquí me han enseñado, siempre están en continuo movimiento y no pueden parar sino en Dios, como en su centro. En esta vida los deseos son infinitos y unos se encadenan de otros y se eslabonan y van formando una cadena que tal vez llega al cielo y tal se sume en el infierno. En realidad, Persiles es una novela de estructura e intenciones muy complejas que aguarda todavía una interpretación satisfactoria.
La influencia de Cervantes en la literatura universal ha sido tal que la misma lengua española suele ser llamada la lengua de Cervantes. Miguel de Cervantes para mi fue un gran aventurero, caballeroso, gentíl, valiente y dotado de la genilidad de la escritura, no hay palabras para describir su obra o su talento, quizás todo se puede encontrar en El Quijote como una sátira del caballero andante en busca de su Dulcinea de Toboso, que es una burla a nosotros mismos, que está dispuesto a dar todo por su dama, así Cervantes dío todo por Eapaña fue un real caballero, un hombre integro más allá de sus obras que son largas y difíciles, por que son narradas con un detalle y repetciones que nos abruman, pero que hariamos sin el Caballero de la triate figura y su inseparable Sancho al cual le dice que "dejad que los perros ladren, quiere decir que algo pasa" y eso son ellos, admirable, el Quijote que nos deja tantas anécdotas para luchar con molinos de viento. La vida misma es una lucha contra Molinos de viento, Gracias al Quijote, gracias a Sancho Panza y gracias a Don Miguel de Cervantes Saavedra por su novela que nos hizo un poco mejores.
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