Don Quijote de la Manchaa es una novela moderna y la primera novela polífónica escrita por el español Miguel de Cervantes Saavedra. Publicada su primera parte con el título de El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha a comienzos de 1605, es la obra más destacada de la literatura española y una de las principales de la literatura universal. En 1615 apareció su continuación con el título de Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha. El Quijote de 1605 se publicó dividido en cuatro partes; pero al aparecer el Quijote de 1615 en calidad de Segunda parte de la obra, quedó revocada de hecho la partición en cuatro secciones del volumen publicado diez años antes por Cervantes. Aunque interesante y narrativa, fue publicada en varios años, y dificilmente se lee completa, sobre todo por las extensísmas descripciones de los hechos y lugares, intentaremos hacer un resumen.
Es la primera obra genuinamente desmitificadora de la tradición caballeresca y cortés por su tratamiento burlesco. Representa la primera novela moderna y la primera novela polifónica (Conjunto de sonidos simultaneos en que cada uno expresa una idea musical, pero formando con los demás en un todo armónico) ; como tal, ejerció un enorme influjo en toda la narrativa, no solamente europea sino toda la lengua hispana.Por considerarse «el mejor trabajo literario jamás escrito», encabezó la listade las mejores obras literarias de la historia, que se estableció con las votaciones de cien grandes escritores de 54 nacionalidades a petición del Club Noruego del Libro y Bokklubben World Library en 2002; así, fue la única excepción en el estricto orden alfabético que se había dispuesto.
Estructura, génesis, contenido, estilo y fuentes
La novela consta de dos partes: El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha, publicada con fecha de 1605, aunque impresa en diciembre de 1604, momento en que ya debió poder leerse en Valladolid, y la Segunda parte del ingenioso caballero don Quijote de la Mancha, publicada en 1615. La primera parte tuvo mucho éxito por lo que surgieron varios autores que se proclamaron la escritura, por eso Cervantes escribio la segunda parte, molesto por el plagio.
Segunda tirada de la primera edición de la primera parte, y
primera edición de la segunda parte
Estructura
La Primera Parte está dividida, a imitación del Amadis de Gaula, en cuatro partes. Conoció
un éxito formidable —aunque como obra cómica, no como obra seria— y hubo varias
reediciones y traducciones, unas autorizadas y otras no. No supuso un gran
beneficio económico para el autor, quien había vendido todo el derecho de la
obra a su editor Francisco de Robles.
Por otra parte, el ataque a Lope de Vega en el prólogo y las críticas del teatro del momento en el discurso del canónigo de Toledo (capítulo 48) supusieron atraer la inquina (aversión) de los lopistas y del propio Lope, quien, hasta entonces, había sido amigo de Cervantes.
En 1615 se publicó la continuación auténtica de la historia
de don Quijote, la de Cervantes, con el título de Segunda parte del
ingenioso caballero don Quijote de la Mancha. En ella, el novelista jugaría
con el hecho de que el protagonista se entera de que ya la gente ha empezado a
leer la primera parte de sus aventuras, en que, tanto él como Sancho Panza, aparecen nombrados como tales, además de la existencia de la segunda
parte espuria.
Primera parte
La que después se llamaría «Primera Parte» originalmente se
llamó El Ingenioso Hidalgo don Quijote de la Mancha y consta
de 52 capítulos, separados a su vez en cuatro partes de 8, 6, 14 y 24 capítulos
respectivamente. Empieza con un prólogo en el que Cervantes se burla de la
erudición pedantesca y con unos poemas cómicos, a manera de preliminares,
compuestos en alabanza de la obra por el propio autor, quien lo justifica
diciendo que no encontró a nadie que quisiera alabar una obra tan extravagante
como esta, como sabemos por una carta de Lope de Vega. En efecto, se trata,
como dice el cura (un personaje de la novela) en el capítulo 47 de la primera
parte, de una «escritura desatada», libre de normativas, que mezcla lo «lírico,
épico, trágico y cómico» y donde se entremeten en el desarrollo historias de
varios géneros, como por ejemplo: la novela
de El curioso impertienente , la historia
del cautivo, el discurso sobre las armas y las letras, el de la Edad de Oro, la
primera salida de don Quijote solo y la segunda con su inseparable
escudero Sancho Panza (la segunda parte narra la tercera y
postrera salida).
Cervantes, como narrador homodiegético, (el narrador homodiogéticos se ubica en el interior de la historia, es decir es parte del relato). Esta presente en la narración como un personaje. Utiliza la primera persona gramatical para relatar (yo, nosotros). Este narrador puede ser; protagonsita o testigo, esto es, que interviene a la par como narrador y personaje, explica (en el capítulo 9) que no tenía los manuscritos de la continuación de la novela que, como ingenioso recurso literario, atribuye a un autor árabe Cide Hamete Benengeli, , pero que los encontró casualmente paseando en Toledo , de modo que podrá seguir relatando las aventuras de don Quijote, después de que consiga quien le traduzca los «caracteres que conocí ser arábigos.
La novela comienza describiendo a un hidalgo pobre —cuyo
exacto nombre solo se revelará al final de la obra: Alonso Quijano—, oriundo de un lugar
indeterminado de La Mancha, quien enloquece leyendo libros de caballerías
y se cree un caballero andante medieval.
En efecto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más
extraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció
convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio
de su república, hacerse caballero andante.
Se pone un nombre sugerente: don Quijote de la Mancha;
bautiza a su caballo como Roncinante, reconstruye las armas de sus bisabuelos y elige
a la dama de quien estar enamorado. Sin que nadie lo vea se lanza al campo en
su primera salida, pero con sobresalto recuerda que no ha sido «armado
caballero», por lo que llegando a una venta, que él confunde con un castillo,
al ventero con el castellano y a unas prostitutas como damas, todo al modo de
sus libros, decide hacer allí la «vela de armas» y convence al posadero para que
le dé el espaldarazo . Por fin, en una satírica ceremonia don Quijote es armado caballero por
el ventero y a partir de este momento reanuda su cabalgata con mayor brío. Le
suceden toda suerte de tragicómicas aventuras en las que, impulsado en el fondo
por la bondad y el idealismo, busca «desfacer agravios» y ayudar a los
desfavorecidos y desventurados. Profesa un profundo amor platónico a su
dama Dulcinea de Toboso,
que es, en realidad, una moza labradora «de muy buen parecer»: Aldonza Lorenzo. Esta introdicción corresponde a una sátira tanto de la "armadura de caballero" como del amor por Dulcinea, que existen realmente en su mente. En su primera aventura intenta salvar a un mozo llamado Andrés de los azotes de
su empleador, lo que termina en mayor perjuicio para el joven; luego, en un
cruce de caminos, desafía a todo un grupo de comerciantes a que reconozcan que
su dama es la más bella del mundo, sin siquiera verla. Apaleado por uno de los
comerciantes es encontrado por un vecino suyo quien, a lomo de su cabalgadura,
lo devuelve a la aldea, donde es atendido por su sobrina y el ama de la casa.
El cura y el barbero del lugar someten la biblioteca de Don Quijote a un
expurgo, y queman parte de los libros que le han hecho tanto mal, haciéndole
creer que han sido unos encantadores quienes han hecho desaparecer su
colección. El recurso a las manipulaciones de los encantadores será permanente
en el discurso de la obra, encantadores que le desfigurarán a cada paso la
realidad a don Quijote permitiéndole explicar sus fracasos.
En el intertanto de la primera y segunda salida don Quijote
requiere los servicios como escudero de su vecino, un labrador llamado Sancho
Panza, a quien le promete grandes mercedes, en especial hacerlo gobernador de
algún reino que conquiste en sus aventuras. Aparece entonces el otro personaje
fundamental en la novela, que le permite a don Quijote dialogar y que
contrapesará su extremo idealismo.
Una vez más, en su segunda salida, esta vez acompañado por
su escudero Sancho, don Quijote se lanza por el Campo de Montiel en demanda de
ejercer su nuevo oficio. En este momento ocurre su más famosa aventura: Don Quijote lucha contra unos gigantes, que no son otra cosa que molinos de viento, pese a las advertencias de su escudero.
En esto descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento
que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vió, dijo a su escudero:
-La ventura va guiando nuestras cosas mejor de lo que
acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren
treinta o poco más desaforados gigantes con quien pienso hacer batalla, y
quitarles a todos las vidas, con cuyos despojos comenzaremos a enriquecer: que
esta es buena guerra, y es gran servicio de Dios quitar tan mala simiente de
sobre la faz de la tierra.
-¿Qué gigantes?-dijo Sancho Panza.
-Aquellos que allí ves-respondió su amo-, de los brazos
largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
-Mire vuestra merced-respondió Sancho-, que aquellos que
allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos
parecen brazos son las aspas, que volteadas del viento hacen andar la piedra
del molino.
-Bien parece-respondió don Quijote- que no estás cursado en
esto de las aventuras; ellos son gigantes, y si tienes miedo quítate de ahí, y
ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y
desigual batalla.
Y diciendo esto, dio de espuelas a su caballo Rocinante, sin
atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que sin duda
alguna eran molinos de viento, y no gigantes aquellos que iba a acometer. Pero
él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero
Sancho, ni echaba de ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran; antes iba
diciendo en voces altas:
-Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo
caballero es el que os acomete.
Levantose en esto un poco de viento y las grandes aspas
comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo:
-Pues aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo,
me lo habéis de pagar.
Y en diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su
señora Dulcinea, pidiéndole que en tal trance le socorriese, bien cubierto de
su rodela, con la lanza en ristre, arremetió a todo el galope de Rocinante, y
embistió con el primer molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el
aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos,
llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por
el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle a todo el correr de su asno, y
cuando llegó, halló que no se podía menear, tal fue el golpe que dio con él
Rocinante... (cap. 8)
A partir de aquí se suceden numerosas aventuras, la mayor
parte de las cuales terminan mal. No obstante, en la primera de ellas, don
Quijote obtiene una auténtica victoria al derrotar a un joven, fuerte y
pendenciero vizcaíno en un verdadero duelo a muerte, aunque pone en aprieto a
una distinguida dama transeúnte en un carruaje, a quien desea proteger contra
su voluntad. Pronto, amo y escudero se topan con la desgracia al ser apaleados
por una turba de arrieros por causa de Rocinante, que se acercó en demasía a
sus yeguas. Maltrechos, don Quijote y Sancho van a dar a una venta en donde
intentan reposar. En la posada, amo y mozo protagonizan un hilarante escándalo
nocturno, al confundir don Quijote en su imaginación a una desaliñada
prostituta llamada Maritornes con la hija del ventero, a quien cree
enamorada de él; esto despierta la cólera de un arriero, quien muele a golpes a
don Quijote y a Sancho. Por la mañana, después de que don Quijote probara de su
mágico bálsamo de Fierbrás, ambos se marchan, no sin antes que Sancho —con
gran vergüenza suya— fuese manteado en el aire por un grupo de cardadores que
se alojaban en el lugar.
Luego ocurre una de las más disparatadas aventuras de don
Quijote: la aventura de los rebaños de ovejas, en la cual el personaje confunde
a las ovejas con dos ejércitos que se van a embestir; en su imaginación hace
una prolija descripción de los principales combatientes ante el estupor de
Sancho; finalmente, don Quijote toma partido y ataca a uno de los rebaños,
siendo pronto derribado del caballo por los pastores. Esa noche don Quijote
ataca a una procesión de enlutados monjes benedictinos que acompañaban a un
ataúd a su sepultura en otra ciudad. Luego, amo y mozo velan en un bosque donde
escuchan unos fuertes ruidos que inducen a don Quijote a creer que hay otros
gigantes en las cercanías; aunque, realmente, son solo los golpes de unos batanes en
el agua. Al día siguiente a don Quijote le ocurre la «alta aventura y rica
ganancia del yelmo de Mambrino », en la cual arrebata a un
barbero la famosa bacía que ha inmortalizado la representación plástica y
gráfica de su figura. Luego, ocurre una nueva y grotesca aventura, en la cual
don Quijote deforma hasta el extremo el ideal caballeresco de liberar a los
cautivos: la liberación por la fuerza de un grupo de galeotes llevados por la
justicia del rey a cumplir su pena; los galeotes, liderados por Ginés de
Pasamonte, pagan muy mal el favor, apedreando a sus liberadores, con gran
vergüenza de don Quijote.
Don Quijote y Sancho se internan a continuación en Sierra Morena. En este lugar ocurren diversas situaciones: la extraña desaparición
del Rucio, el jumento de Sancho, hecho no consignado en la primera edición y
enmendado en las posteriores, aunque no satisfactoriamente. Imitando a Amadis de Gaula, don Quijote decide hacer
penitencia y en cierto momento declara ante el sorprendido Sancho su secreto
más íntimo: quién es en verdad Dulcinea del Toboso. Conocen a un nuevo
personaje: Cardenio, quien da muestra de desquiciamiento producto de
una gran frustración amorosa. Don Quijote envía a Sancho con una carta a
Dulcinea, lo que obliga a este a partir en dirección al Toboso. Mientras esto
ocurre, sus convecinos, el cura y el barbero, han seguido el rastro de don
Quijote y en el camino se encuentran con Sancho quien regresa con su señor y le
miente acerca del éxito de su viaje. También dan con una moza llamada Dorotea
quien, sola, va en busca de ajustar cuentas sentimentales con el hombre que le
arrebató su honra. Convencen a Dorotea de participar en un intrincado plan para
devolver a don Quijote a su aldea: se hace pasar por una princesa llamada
Micomicona, cuyo reino está siendo aterrorizado por un gigante. La princesa, el
cura y el barbero disfrazados, se presentan ante don Quijote. La princesa le
pide que la acompañe para que mate al gigante y libere a su reino. Don Quijote
acepta de buen grado y todos abandonan la Sierra y llegan nuevamente a la
posada en que tuvo lugar el manteamiento de Sancho. En el trascurso de este
viaje, misteriosamente Sancho recupera su Rucio, este suceso, como en muchas escenas del realto, son parte de la mágica que no se explica, simplemente apaecen y desaparecen, eventos, personajes y cosas durante la novela, lo que le permite al lector imaginar parte de la historia, por eso tiene tantos estudiosos, con diferentes interpretaciones.
En la venta confluyen una serie de personajes secundarios cuyas historias se entrelazan: Cardenio, su amada Luscinda, su examigo don Fernando y otros. Se confrontan y resuelven sus conflictos de orden sentimental. Por su parte don Quijote causa admiración a todos con sus discursos y su aparente discreción, pero también exaspera al ventero con sus nuevas ocurrencias: tiene lugar la famosa batalla del personaje con los cueros de vino tinto, a los que cree gigantes, y el pleito con el dueño de la bacía, (La bacía es un recipiente cóncavo y de borde ancho y plano, de metal o de cerámica, con una escotadura semicircular en el borde para encajarse en el cuello) ... que la reclama airado; también don Quijote es presa de una pesada broma de parte de Maritornes y la hija del ventero, consistente en dejarlo amarrado y colgando de una mano en una de las murallas de la venta. Finalmente, todos se ponen de acuerdo en el modo de controlar a don Quijote: lo amarran y le hacen creer que ha sido encantado, y lo depositan en una jaula en la cual lo trasladan nuevamente a su aldea. Por su parte, Sancho se da cuenta del embuste, pero don Quijote no le hace caso, creyéndose hechizado. Después de algunas peripecias retornan a su pueblo donde nuevamente el protagonista es atendido por su sobrina y el ama. Hasta aquí llega la primera parte. Como epílogo, a manera de los libros de caballerías, Cervantes simula una serie de epitafios en honor de don Quijote y promete una tercera salida.
En todas las aventuras, amo y escudero mantienen amenas conversaciones. Poco a poco, revelan sus personalidades y fraguan una amistad basada en el respeto mutuo, aunque Sancho claramente se da cuenta de la locura de su señor y se aprovecha de esto para deformarle la realidad, generalmente para salir de aprietos en que él lo coloca. En la novela se aprecia a Sancho como una amigo y escudero que está dispuesto a todo con tal de servir a su amo, tal vez en su imaginación siempre quizo andar con un caballero andante y aquí la vida le da esa oportunidad.
Cervantes dedicó esta parte a Alfonso Diego López de Zuñiga-Sotomayor y Pérez de Guzmán, VI duque de Béjar y grande de España, como se ve a este noble tenía todo hasta un nombre inmenso para las presentaciones reales, tan de la época para los grandes personajes.
El eco de la obra cervantina prendió rápidamente, dando
lugar a las mascaradas quijotescas de los universitarios que tuvieron lugar
en Cordoba y Zaragoza en
ese mismo año con motivo de las fiestas de beatificación de Teresa de Jesús en toda España. El
día 4 de octubre, víspera de la fiesta principal, los estudiantes cordobeses
representaron por las calles una máscara a lo pícaro del “Desposorio de don
Quijote y su amada Dulcinea”; y dos días después, en la plaza zaragozana de los
Carmelitas Descalzos, otra mascarada similar demostraba la gran popularidad
alcanzada por la primera parte de la obra. Incluso dentro de la Relación de
Fiestas de Zaragoza con motivo de esta beatificación, Luis Diéz ded Aux recoge unos chistosos versos
sobre “La verdadera y segunda parte del ingenioso don Quixote de la Mancha.
Compuesta por el Licenciado Aquesteles,… Año de 1614”, incluidos en su Fiesta y
paseo de los Estudiantes, que parodian la obra cervantina. El regocijo popular
con la peculiar puesta en escena de la primera parte del Quijote, nos muestra
hasta qué punto la beatificación de Teresa de Jesús en 1614 se convierte en el
germen de las futuras y exitosas dramatizaciones de la obra cumbre de nuestra
literatura.
Segunda parte
El título de esta fue El ingenioso caballero don
Quijote de la Mancha y consta de 74 capítulos. En el prólogo,
Cervantes se defiende irónicamente de las acusaciones del lopista Avellaneda y se lamenta de la
dificultad del arte de novelar: la fantasía se vuelve tan insaciable como un
perro hambriento. En la novela se juega con diversos planos de la realidad al
incluir, dentro de ella, la edición de la primera parte del Quijote y,
posteriormente, la de la apócrifa Segunda parte, que los personajes
han leído. Cervantes se defiende de las inverosimilitudes que se han encontrado
en la primera parte, como la misteriosa reaparición del Rucio de Sancho después
de ser robado por Ginés de Pasamonte y el destino de los dineros encontrados en
una maleta de Sierra Morena.
Así pues, en esta segunda entrega don Quijote y Sancho son
conscientes del éxito editorial de la primera parte de sus aventuras y ya son
célebres. De hecho, algunos de los personajes que aparecerán en lo sucesivo han
leído el libro y los reconocen. Es más, en un alarde de clarividencia, tanto
Cervantes como el propio don Quijote manifiestan que la novela pasará a
convertirse en un clásico de la literatura y que la figura del hidalgo se verá
a lo largo de los siglos como símbolo de La Mancha.
La obra empieza con el renovado propósito de don Quijote de
volver a las andadas y sus preparativos para ello, no sin la fiera resistencia
de su sobrina y el ama. El cura y el barbero tienen que confesar la locura de
don Quijote y urden, junto al bachiller Sansón Carrasco, un nuevo plan que les
permita recluir a don Quijote por un largo tiempo en su aldea. Por su parte,
don Quijote renueva los ofrecimientos a Sancho prometiéndole la ansiada ínsula
a cambio de su compañía. Sancho reacciona obsesionándose con la idea de ser
gobernador y cambiar de estatus social, lo que provoca la burla de su esposa
Teresa Panza. Con conocimiento de sus convecinos don Quijote y Sancho inician
su tercera salida.
Ambos se dirigen al Toboso con objeto de visitar a Dulcinea, lo que pone en un duro aprieto a Sancho, temeroso de que su mentira anterior salga a luz. En uno de los episodios más logrados de la novela Sancho logra engañar a su señor haciéndole creer que Dulcinea ha sido encantada y hace pasar a una tosca aldeana por la amada de don Quijote, quien la contempla estupefacto. Nuevamente don Quijote atribuye la transformación a los encantadores que le persiguen. El encantamiento de Dulcinea y la forma en que don Quijote buscará revertirlo será uno de los motivos de esta segunda parte. Apesadumbrado, don Quijote continúa su camino; pronto se topa con unos actores que van en un carro a representar el acto Las Cortes de la Muerte, quienes les toman el pelo y enfurecen a don Quijote.
Una noche se encuentra con
un supuesto caballero andante que se autodenomina el Caballero de los Espejos
—quien es ni más ni menos que el bachiller Sansón Carrasco disfrazado— junto a
su escudero, un vecino llamado Tomé Cecial. El caballero de los Espejos presume
de haber derrotado a don Quijote en una batalla anterior, lo que provoca el
desafío de este. El de los Espejos acepta e impone como condición de que si
vence don Quijote se retirará a su aldea. Se disponen a luchar, pero con tan
mala suerte para el bachiller que, en forma sorpresiva, don Quijote lo derrota
y lo obliga a reconocer su error; con tal de salvar la vida el bachiller acepta
la condición y se retira humillado, tramando venganza, venganza que se
manifestará casi al final de la novela. Esta inesperada victoria le sube el
ánimo a don Quijote, quien continúa su camino. Pronto encuentra a otro
caballero, el caballero del Verde Gabán, que lo acompañará algunas jornadas.
Viene a continuación una de las más excéntricas aventuras de don Quijote: la
aventura de los leones; don Quijote prueba su valor desafiando a un león macho
que es transportado a la corte del rey por un carretero; por fortuna el león no
hace caso de él y don Quijote se da por satisfecho; inclusive, para celebrar su
victoria, cambia su anterior apodo de "Caballero de la Triste Figura"
al del "Caballero de Los Leones". Don Diego de Miranda —el del Verde
Gabán— lo invita a su casa unos días, donde es probado en el grado de su locura
por su hijo, un estudiante y poeta alabado por don Quijote. Don Quijote se
despide y reemprende el camino, encontrando pronto a dos estudiantes que van en
dirección a las bodas de Camacho el Rico y de la hermosa Quiteria. En este
episodio don Quijote logra, atípicamente, resolver un verdadero entuerto, al
tomar partido por Basilio (el primer prometido de Quiteria, con quien se casa
por sorpresa) en defensa de su vida amenazada por Camacho y sus amigos; don
Quijote obtiene reconocimiento y gratitud de parte de los noveles esposos.
A continuación se suceden una serie de episodios
autoconclusivos: el primero es el descenso a la cueva de Montesinos, donde el caballero se queda dormido y sueña todo tipo de
disparates que no llega a creerse Sancho Panza, pues hacen referencia al
supuesto encantamiento de Dulcinea. Este descenso es una parodia de un episodio
de la primera parte del Espejo de principes y caballeros y
de los descensos a los infiernos de la épica, y que para Rodríguez Marín se
constituye en el episodio central de toda la segunda parte. Luego, llegan a una
venta que don Quijote reconoce por tal y no por castillo, para gusto de Sancho,
lo que evidencia que el protagonista empieza a ver las cosas tal como son y no
como en la primera parte, en que veía las cosas de acuerdo a su imaginación
("Aproximación al Quijote", edit. Salvat 1970, pág 113,
de Martín de Riquer). A la venta llega un tal maese Pedro cuyo oficio es el de
titiritero y tiene un mono adivino; pero no es otro que Ginés de Pasamonte,
quien de inmediato reconoce a don Quijote y accede a dar una función de su
retablo de marionetas; en cierto momento don Quijote, presa de un súbito
desvarío, ataca con su espada el retablo haciéndolo pedazos, pero culpa a los
encantadores de haberlo confundido. La cabalgata continúa y don Quijote y
Sancho se ven envueltos en la aventura del rebuzno: intentan llamar a la
concordia a dos pueblos que se pelean a causa de una ancestral burla, pero la
desubicación de Sancho los obliga a huir bajo la amenaza de las ballestas y las
armas de fuego. Pronto llegan a orillas del río Ebro, donde tiene lugar la
aventura del barco encantado: don Quijote y Sancho se embarcan en una pequeña
barca creyendo aquel que el viaje está encantado, pero la navegación termina
abruptamente y ambos se zambullen en el río.
Desde el capítulo 30 al 57 don Quijote y Sancho son acogidos
en su castillo por unos acomodados duques que han leído la primera parte de la
novela y saben de qué humor cojean ambos. Por primera vez don Quijote y Sancho
entran en contacto con la alta nobleza española y su séquito cortesano, todo
semejante al ambiente de los libros de caballerías. Los duques, por su parte,
se esmeran en presentarles la realidad del mismo modo, orquestando situaciones
caballerescas en que don Quijote pueda actuar como tal; en el fondo don Quijote
y Sancho son considerados como dos bufones cuya estadía en el castillo tiene
por objeto entretener a los duques. En forma sutil, pero despiadadamente, los
castellanos organizan una serie de farsas que ponen en ridículo a los dos protagonistas
quienes, pese a todo, confían hasta el final en sus anfitriones. Solo el
capellán del castillo rechaza de plano la opereta e increpa violentamente a don
Quijote su falta de cordura.
Se suceden los siguientes episodios de chanza: la sorpresiva aparición del mago Merlín, que declara que Dulcinea solo podrá ser desencantada si Sancho se da tres mil azotes en sus posaderas; esto no le parece nada bien al escudero y de ahí en adelante habrá una permanente tensión entre amo y mozo por causa de esta penitencia. Enseguida, convencen a don Quijote de que vaya volando en un caballo de madera llamado Clavileño a rescatar a una princesa y a su padre del encantamiento que les ha echado un gigante; don Quijote y Sancho caen con naturalidad en la burla.
Una de las farsas más memorables es la obtención y gobierno por Sancho de la ínsula prometida: en efecto, Sancho se convierte en gobernador de una "ínsula" llamada Barataria que le otorgan los duques interesados en burlarse del escudero. Sancho, no obstante, demuestra tanto su inteligencia como su carácter pacífico y sencillo en el gobierno de la dependencia. Así, pronto renunciará a un puesto en el que se ve acosado por todo tipo de peligros y por un médico, Pedro Recio de Tirteafuera, que no le deja probar bocado. Mientras Sancho gobierna su ínsula, don Quijote sigue siendo objeto de burlas en el castillo: un desenvuelta moza llamada Altisidora finge estar perdidamente enamorada de él, poniendo en riesgo su casto amor por Dulcinea; cierta noche le descuelgan en su ventana una bolsa de gatos que le arañan el rostro; en otra ocasión, a requerimientos de una dama llamada doña Rodríguez —quien cree neciamente que don Quijote es un auténtico caballero andante—, se ve obligado a participar en un frustrado duelo con el ofendon sor de su hija. Finalmente, don Quijote y Sancho se reencuentran (Don Quijote encuentra a Sancho en lo profundo de una sima en que ha caído de regreso de su fracasado gobierno).
Ambos se despiden de los duques y don Quijote se encamina
a Zaragoza a
participar en unas justas que allí van a celebrarse. Poco les sucede a
continuación; en cierto momento son embestidos por una manada de toros debido a
la temeridad de don Quijote. Y en una venta el manchego se entera por boca de
unos caballeros que ahí alojaban que ha sido publicado el Quijote de Avellaneda, y cuyos
detalles, ambientados en Zaragoza, lo indignan de sobremanera, pues lo
presentan como un loco de atar. Decide cambiar de rumbo y dirigirse a Barcelona. A
partir de este momento, según Martín de Riquer en su obra Aproximación
al Quijote, la trama cambia sustancialmente: empiezan las aventuras de
verdad y en la cual el personaje pierde presencia, lo que anticipa su final.
Primero, se encuentran con una cuadrilla de bandoleros liderada por Roque Guinart, un personaje rigurosamente
histórico (Perot Rocaguinarda), un aventurero de verdad. Si
bien el bandolero los trata bien, son testigos de hechos sangrientos (por
ejemplo, Roque asesina a un bandolero a escasos metros de Sancho). Tras varios
días de participar a fondo de la vida clandestina de sus anfitriones, Roque los
deja en la playa de Barcelona. Don Quijote y Sancho entran en una gran y
cosmopolita ciudad y quedan maravillados por la actividad que en ella se
desarrolla. Se alojan en casa de don Antonio Moreno, quien les muestra una
supuesta cabeza de bronce encantada y que da respuestas ingeniosas a las
preguntas que se le hacen. Otro día el caballero y su escudero visitan las
galeras ancladas en el puerto y repentinamente se ven inmersos en un combate
naval contra un barco turco —que traía a una dama morisca huida de Argel—, con
amplio despliegue de hombres y artillería, muertos y heridos. Nadie hace caso a
las observaciones y propuestas de don Quijote y su locura ya no divierte. Se
llega, finalmente, al momento más dramático de su carrera: su vencimiento por el
caballero de la Blanca Luna. Cierta mañana este aparece en la playa de
Barcelona y desafía a don Quijote a un singular duelo por asuntos de
prevalencia de damas; la batalla —en presencia de las autoridades y el público
barcelonés— es rápida y el gran manchego cae en la arena derrotado.
Fue luego sobre él, y poniéndole la lanza sobre la visera,
le dijo:
-Vencido sois, caballero, y aún muerto, si no confesáis las
condiciones de nuestro desafío.
Don Quijote, molido y aturdido, sin alzarse la visera, como
si hablara dentro de una tumba, con voz debilitada y enferma, dijo:
-Dulcinea del Toboso es la más hermosa mujer del mundo, y yo
el más desdichado caballero de la tierra, y no es bien que mi flaqueza defraude
esta verdad. Aprieta, caballero, la lanza, y quítame la vida, pues me has
quitado la honra. (cap. 64 de la Segunda Parte)
El caballero de la Blanca Luna es en realidad el
bachiller Sansón Carrasco disfrazado y le ha hecho
prometer que regresará a su pueblo y no volverá a salir de él como caballero andante en el plazo de un año. Así lo hace don Quijote, tras varios
días de permanecer abatido en cama.
El regreso es triste y melancólico y Sancho trata por varios
medios de subirle el ánimo a su señor. Don Quijote piensa, por un momento, en
sustituir su obsesión caballeresca por la de convertirse en un pastor como los
de los libros pastoriles. Durante el regreso amo y criado son atropellados por
una gran piara de cerdos —la «cerdosa aventura»—, y cuando pasan por el
castillo de los duques son objeto de nuevas burlas; más allá don Quijote y
Sancho tienen una fuerte discusión por el asunto de los azotes que debe darse
el criado para desencantar a Dulcinea. En un cierto lugar conocen a Álvaro
Tarfe, personaje del Quijote de Avellaneda, quien declara la
falsedad del que conoció en Zaragoza. Llegan finalmente a su aldea. Don Quijote
enferma, pero retorna, al fin, a la cordura y abomina con lúcidas razones de
los disparates de los libros de caballerías, aunque no del ideal caballeresco.
Muere de pena entre la compasión y las lágrimas de todos.
Mientras se narra la historia, se entremezclan otras muchas
que sirven para distraer la atención de la trama principal. Tienen lugar
divertidas y amenas conversaciones entre caballero y escudero, en las que se
percibe cómo don Quijote va perdiendo progresivamente sus ideales, influido por
Sancho Panza. Va transformándose también su autodenominación, pasando de
Caballero de la Triste Figura al Caballero de Los Leones. Por el contrario,
Sancho Panza va asimilando los ideales de su señor, lo que se transforman en
una idea fija: llegar a ser gobernador de una ínsula.
El 31 de octubre de 1615, Cervantes dedicó esta parte
a Pedro Fernández de Castro y Andrade. VII conde de Lemos.
Es El caballero de la triste Figura, sin duda una novela de aventuras que mezcla magistralmente los objetivos de la caballería, degradándolos a aventuras de locura, que en su tiempo y en todos los tiempos han sido el origen organizado de la lengua española, la lengua de Cervantes y del Siglo de Oro Español.
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