La esperaba el chófer que manejaba un amplio Dodge azul
de los que usaban la Presidencia de la República, sin contratiempos María
Esther ordenaba sus pensamientos ensayaba sonrisas y acompañada por su hija
abordó el coche a su servicio, el chófer sabía con precisión a dónde debía
dirigirse y el tiempo que le tomaría el recorrido, protegido por una guardia
escoltas de escoltas que, asignaba la presidencia 20 minutos al
Pedregal de San Ángel, directo a la residencia de la familia Díaz Ordaz Borja
para recoger a la todavía primer dama Guadalupe Borja Osorno de Díaz Ordaz.
No, no, era esta la primera ocasión en que la esposa del
presidente electo acudía a la residencia del presidente saliente para
acompañarse a la ceremonia de despedida y juramentación y ella María Esther
se encargaría de recordárselos a los periodistas, -creo que van varias veces que
la esposa del presidente electo recoge a la esposa del presidente saliente, recuerdo que la vez pasada Eva Sámano de López Mateos y Guadalupe Borja
de Díaz Ordaz así fue-, dijo Maria Esther, si es que no estoy
equivocada
La sonrisa de María Esther tenía razón además del
manejo oficial de la figura de la primera dama era cuidadosamente deliberado,
de acuerdo a un ideal institucional adquiría atributos ideales, determinados
por una concepción "machista" para hacer sobresalir en ella, alguna cualidad
notable matrimonial y otras de lo que creía que era la mujer mexicana los
hacedores de imagen de la esposa del presidente, magnificaban su tarea de una
madre que salvaguardaba y educaba a la familia. protegía a la infancia atendía a
las mujeres vulnerables y delineaba la política asistencial del gobierno
Es una imagen meticulosamente planificada armónica y
estructurada para la conveniencia de las necesidades presidenciales, María
Esther cumpliría su tarea de acompañante del presidente y formaba parte del
protocolo y de la comitiva presidencial en tareas culturales eventos con
dignatarios internacionales de beneficencia y encuentros especiales e
inauguraciones, era una representación de unidad y ejemplo.
Ya como primera dama María Esther sacó a la luz una
personalidad oculta, "la de la coronela", como la empezaron a llamar, aunque ella
prefería compañera María Esther sería por momentos conversadora hasta
parlanchina y probaría un inusual protagonismo político que sólo sería guardado hasta décadas más tarde por Martha Sahagún. Como contó ella
en 1990 al periodista Juan Fernández en una entrevista para la revista Cambio.
Jubilosa y sonriente, suelta al término de la ceremonia, ya
sin las presiones de la campaña ni las amenazas de que en algún momento le
retirarían la candidatura a Luis Echeverría Álvarez, por enojo de la
cúpula militar, María Esther se comprometía como esposa del presidente,
a estudiar y realizar un poco de lo concerniente a sus futuras actividades, que
esperaba saber cumplir dentro de su estricta rectitud, especialmente los
problemas de la niñez mexicana y todo lo relacionado con las
mujeres de México y expresó -después seguiremos platicando-.
Aquel después seguiremos platicando, sería una promesa porque
pronto descubrirían los mexicanos que María Esther como su esposo el
presidente, tenía un placer especial hasta lo enfermizo por hacerse escuchar en
interminables jornadas de trabajo y desvelos prolongados en San Jerónimo,
también dio su primer orden ya con la fuerza de ser la esposa del jefe del
poder ejecutivo, primeras damas somos todas en nuestro hogar, compañera es
la expresión que identifica entre sí a los correligionarios que luchan y a las mujeres que trabajan, por eso me
gusta que me llamen así y ya fue compañera María Esther y para referirse
a Los Pinos no usaría más el mote “La casa de los presidentes” sino el de “La casa del pueblo”.
En parte María Esther era historia pura, su acta de nacimiento estaba firmada por cuatro militares revolucionarios Álvaro Obregón, Lázaro Cárdenas del Río, Manuel Ávila Camacho y Aarón Sáenz Garza, este último nunca llegó a la presidencia como los otros 3, pero fue 3 veces secretario de estado, con un destino ¡Soy hija de José Guadalupe Zuno un revolucionario y de Carmen Arce una mujer llena de fuerza social y juarista!
María Esther y Echeverría soñaban con el poder
absoluto en un país sumido en la pobreza y en la tragedia de la herencia
represora de Gustavo Díaz Ordaz y en ese proceso con ellos al mando el
estado, secuestró el discurso y metieron al país en una guerra de baja
intensidad, a partir de 1965, cuando se empeñaba como intrigante secretario de
gobernación y Díaz Ordaz era el presidente.
Antes de que llegaran las desdichas propias, María Esther
se adoptó debidamente al cargo y mostró una personal extraordinario bastante
emotiva y como lo haría su esposo, la compañera intentó darle un aire
revolucionario en su presencia en la mansión presidencial, cambiando totalmente
su vestuario y aprendió a usar con discreción los cosméticos; lápiz labial suave, un poco de polvo, poco maquillaje de base y esmalte para resaltar el cuidado de
las uñas.
La historia de la guerra sucia una guerra de baja
intensidad y represión contra la disidencia, social, rural y urbana en el
periodo "echeverrista" es una pesadilla y un rompecabezas de dimensiones
colosales, además de secuestros y tortura, incluyó vigilancia personal, hostigamiento,
eliminación selectiva, desaparición forzada, violentas e incursiones militares,
intimidaciones, siembra de evidencias, juicios sumarios, ley fuga, simulación
de enfrentamiento para ejecutar a guerrilleros, acusaciones de crímenes
prefabricados, persecución de maestros, estudiantes y líderes sociales, o
comunitarios, criminalización del movimiento social y asesinatos de estado.
Convertir en una tenebrosa maquinaria contrainsurgente
capacidad por el Estado, los cuerpos militares, grupos paramilitares e
instituciones policiales del echevarriato, responsable de la violencia de
estado retomaron y perfeccionaron métodos de la santa inquisición, según se ve
en la a la distancia sólo cambiaron el nombre de las torturas, el propósito de
la guerra contrainsurgente, que coordinaron militares y policías elite, fue un
llamado por los inquisidores "La ley del embudo, el garrote vil", se convirtió en
la ley del “pocito”, bate de béisbol, mientras la detención arbitraria de las
personas, tomó forma en palabras, de desaparición forzada.
Lo que hicieron María Esther Zuno Arce y Luis Echeverría Álvarez
después del 8 de noviembre de 1969, marcaría la historia del país. Echeverria secretario de Gobernación
con Gustavo Díaz Ordaz como candidato presidencial, fue un retrato
íntimo y perturbador de una época terca y permanente en la memoria de los
mexicanos, como la ofrece Julio Scherer García en “los presidentes”, la
silla presidencial transmite el poder y algunos males enferma la sangre, el
ánimo y el juicio.
Vivieron María Esther y Echeverría los encantos de la
complicidad en un país controlado por la maquinaria dictatorial del PRI,
de la mano del presidente, “la compañera”, fue acogida y recibida con los
honores correspondientes como si nunca se hubiera perseguido y reprimido
dirigentes sindicales, estudiantes, líderes agraristas, maestros, como si jamás
hubiera habido violencia promovida por el estado y la violación a los derechos
humanos, ni asesinatos políticos.
Conocía María Esther los graves problemas del país, los
conocía, en una carta que envió a su hijo un mes antes de la toma de
posesión, el 1 de diciembre de 1970, y cuyo contenido rescata la periodista Rosa María Valles Ruiz, la compañera
le cuenta a su hijo Rodolfo quien estudiaba en Alemania, que desde
marzo de aquel año su vida había cambiado y había sido intensa y agitada
después de la toma de protesta de Echeverría, seguro María Esther
conocía los informes de cada detalle sobre la enfermedad mental de su
antecesora, derivada de la matanza de la plaza de las 3 culturas, pero en la
obsesión por el poder tampoco se mostró sorprendida, había perdido la inocencia
política si alguna vez la tuvo.
Díaz Ordaz jamás olvidaría que su sucesor, apenas
empezara la campaña el 24 de noviembre de 1969, cuando Echeverria, guardó un minuto de silencio en la Universidad de Morelia, en memoria de los
estudiantes caídos en la plaza de las 3 culturas y el agregaría, “que lo hacía
por todos los caídos”, pero el daño estaba hecho, esto hizo enfurecer a la gente del PRI,
particularmente a Diaz Ordaz y a los militares y estuvo a punto de
costarle la candidatura.
El 3 de octubre de 1968, Diaz Ordaz gritó por
teléfono, ¡Asesino Echeverría! Cuenta Erasmo Fernández de Mendoza
en “Conjuras Sexenales” pero Díaz Ordaz fue tan culpable como Echeverría,
pues de la secretaría de gobernación a cargo de Echeverría, salió
parte de las ideas y los planes para sacar a los militares a la calle.
Si, Díaz Ordaz es indefendible, Echeverría no se
queda atrás, los dos fueron creadores e impulsores de una guerra de bajo “nivel”,
un periodo cruento, brutal, sádico y sangriento. que además de centenares de
muertos y desaparecidos en el país propiciaron la proliferación de grupos
paramilitares, asesinos y la especialización de militares en técnicas de
tortura, con la intención de arrancar confesiones y aniquilar a los enemigos
del estado y de la política priista.
Ya en la casa de los presidentes, la compañera María
Esther sabía cuánto le disgustaba licenciado Echeverría el estilo
afrancesado del expresidente Miguel Alemán Valdés y de la esposa de éste
Beatriz Velasco Mendoza a su manera velada y abierta el nuevo presidente
había hecho saber que Los Pinos era una zona de desastre mayor por eso
se mudaría al antiguo chalet tipo inglés que acondicionaron en primer momento, el general Lázaro Cárdenas del Río y su esposa Amalia Solorsano Bravo en
una de ellas se había nombrado a Los Pinos a la presidencia oficial y más
adelante el chalet fue renombrado como casa Alba Lázaro Cárdenas.
La compañera María Esther como lo hicieron sus
antecesoras se encargaría de la remodelación y adquisición del mobiliario que
vestiría la casa de los presidentes y encontró la casa en desorden, caos para
el que no cabían las definiciones, pero que en los hechos representaron una
crítica velada para la la poderosa pareja de Alemán Velasco y de paso a
la de su primogénito, Gustavo Díaz Ordaz Borja, aunque el presidente Díaz
Ordaz solía comer regularmente en Los Pinos y permitir a sus hijos
convivir como una familia común podía llevar a sus amigos o realizar fiestas y
reuniones privadas.
Como fue aquella comentada en los pasillos presidenciales,
de las todavía míticas representaciones del rey lagarto, no otro sino Jim
Morrison, el carismático vocalista de “The Doors”. En la presidencia
presidencial que habitaban los Díaz Ordaz Borja llena de leyendas, la
visita que invitado por Gustavo Días Jr, dio en el registro de crónicas
posteriores no porque el periodista Alfredo Lazo, como lo relata al menor
de la familia “Morris” Morrison e
invitados hubieran tomado el espacio presidencial como fumadero de marihuana o
casa para meterse ácido, coca, peyote, y LSD, sino porque el evento tenía en el
lugar al mismo tiempo que se cumplió un año del inicio del movimiento
estudiantil de 1968 que conmovío al país, como ya vimos en la matanza del 2 de octubre, en
la plaza de las 3 culturas.
La fiesta, reventón, orgía, desenfreno en la residencia
oficial terminó cuando en plena madrugada y solo con su pijama de dormir, el
presidente Díaz Ordaz, “mentando madres” se apersonó, confrontó a Morrison
por su mal estado quien se paseaba en paños menores, bueno, dice Eloy Garza
cubierto nomás por un jorongo y lo único que se sabe aunque sin medir
fotografías es que Morrison se incorporó el sillón donde estaba
repantingado se paró frente a un retrato del barón de cuatro, Ciénegas Venustiano
Carranza lo “orino” y se fue.
Por su parte, María Esther, además de los amigos que
conoció a través de su padre contaba con la amistad de Frida Kahlo y Diego
Rivera, según su versión fue en casa de esta pareja donde había conocido a Luis
Echeverría Álvarez, ella tenía 20 años mientras él tenía 22 y todavía no
regresaba de la universidad.
Ya como “primera dama”, con el presupuesto abierto la compañera
ordenó crear los salones Colima y Tabasco que serían decorados con muebles
artesanales estilo colonial mexicano y decorados a mano con temas del país.
Echeverría aparecía en eventos oficiales vistiendo
guayaberas finas y lo imitaron sus más cercanos colaboradores como decían
entonces, el presidente paralizó a las cúpulas políticas y burocráticas y la
guayabera se hizo popular por todo el país sin importar de qué tipo de eventos
se trataran, las condiciones climatológicas, la guayabera era la prenda del
licenciado "yucabana", una casa especializada en la confección y venta de
guayaberas formó parte de la historia.
Los Echeverría Zuno sembraron en aquella fortaleza
entre Los Pinos, ahuehuetes y las paredes de la casa presidencial, los secretos
de una violencia sangrienta que altera el sentido común y explota el miedo sus
alcobas y jardines conformaron el centro del poder de un sistema de gobierno
que sintetiza en tres palabras con un significado amplio y ominoso, terror, corrupción e impunidad que está bien
informada eso queda muy claro que ella también había dado muestras de que no le
importaba nada de lo que dijeran del licenciado Echeverría
Sin saberlo, desde la casa del pueblo
se incorporaron al lenguaje familiar palabras que si con significados terribles
y sanciones cuyo significado helaba la sangre, casas de seguridad, subversivo,
ejecuciones extrajudiciales, violación a derechos humanos, cateos ilegales,
crímenes de estado, asesinatos colectivos, desaparición de estudiantes, lucha
contrainsurgente, vuelos de la muerte, libertades acotadas, eso sumaban las discusiones, allanamientos en
vida, desaparición forzada y crímenes de lesa humanidad, que dieron sentido a
una guerra secreta algunos ya la llamaron “guerra sucia” luego se supo que era
una guerra de baja intensidad que acabó con poblaciones enteras, bajo la orden
de militares sangrientos, quienes serían condecorados ascendidos como un premio
a la crueldad al rango de generales que terminaban entrelazándose con el crimen
organizado.
También, hubo espías de suaves formas, pero tan crueles como
los primeros: ahí encajó el capitán Fernando Gutiérrez Barrios quien
desde su despacho en la policía política dirección federal de seguridad desde
1960 informante de la agencia central de inteligencia CIA, terminaría
encumbrándose a la gubernatura de Veracruz y a la secretaría de gobernación.
Incrustado en la DFS (Dirección Federal de Seguridad) desde 1952 y como titular de esta desde
1964-1970 Gutiérrez Barrios fue un hombre despiadado, que se convirtió
en el eje de la lucha contra insurgente al mismo tiempo que un pilar invisible
y perverso para mantener La Paz social en 1999 el comité EUREKA, una de
las primeras organizaciones de madres y padres de familia de desaparecidos, que
fundó la luchadora social Rosario Ibarra de Piedra lo responsabilizó de
la desaparición de más 500 jóvenes en la época que ocupó la jefatura del DFS.
Pero habría otros con un historial tan negra como el de Gutiérrez
Barrio y esos son los casos de Arturo Durazo Moreno, Jesús Miyazawa Álvarez,
Francisco Sahagún Vaca, y Miguel Nazar Haro este último otro policía de
formas suaves, pero desalmado y cruel capaz de torturar a las personas con sus
propias manos como lo calificó Jorge Torres en “la historia secreta, Nazar el
hombre detrás de la guerra sucia”.
Aleccionados por el compañero respectivo y conociendo los
intereses económicos políticos y financieros de la familia, las damas de la
alta sociedad, así como las esposas de los líderes de la cúpula nacional
priista y la de los varones de la burocracia federal, tenían la mira puesta en Marcela
Ibáñez Treviño de Moya Palencia, quien le anteponía ya que doña Marcela le mostró, como muestra de la sumisión y poder, llevar a actuar como consecuencia de “la
futura primera dama”.
La coronela y el demagogo autoritario Echeverría iban
de salida, pero todavía no empezaba la cuenta regresiva. María Esther
organizó un desayuno “de gala” para amigas aristócratas, esposas de
funcionarios de primer nivel y aquellas de los dirigentes priistas llegaron
puntuales, vestidas todas con solemnidad.
Convivieron, rieron y desayunaron, no obstante
como si hubiera caído un misil, la magia del acto protocolario se rompió, cuando
la coronela pidió a las 150 mujeres “donar las joyas” que lucieron en aquella
misma mañana de gala, collares relojes, anillos, pulseras y prendedores, para
depositarlas en una charola y ofertarlas en una rifa especial de beneficio a
los niños huérfanos, sin recursos que se tenían a través de la red de servicio
social voluntario y 23 programas sociales creados en el gobierno de su esposo.
La petición se presentó como una verdadera prueba que había
que pasar no obstante Marcela Ibáñez Treviño de Moya Palencia no lo
interpretó así y sin mas se adelantó a tildar la propuesta como un robo a ojos
vistos, creer que la elegida para ocupar el papel de primera dama al terminar
la administración de Echeverría, fue su más grande desacierto y María
Esther no se lo perdonaría.
Pero como todavía era la primera dama y faltaban unos meses
para el destape, Marcela Ibáñez no estaba en condiciones de saber, que más
tarde se arrepentiría de haber cuestionado aquella donación, a pase de la charola,
porque su esposo el secretario de gobernación, Mario Moya Palencia sería
defenestrado en la sucesión presidencial y humillado por la aristocracia del
gabinete y doblemente herido cuando se documentó sus relaciones con el capo
mafioso cubano Alfredo Sicilia Falcón traficante de armas suministrador
de armas a la guerrilla anticomunistas y las bandas paramilitares e informante
de la CIA.
Tras su sexenio, Echeverría se convirtió en un acaudalado
priísta con la mira puesta en un gran negocio inmobiliario, en una zona de
belleza natural excepcional de la que se enteró cuando altos funcionarios de
gobierno entre ellos el secretario de hacienda Antonio Ortiz Mena, así
como Rodrigo Gómez y Ernesto Fernández Hurtado del banco de México le
expusieron al presidente Gustavo Díaz Ordaz un proyecto para desarrollar
un centro turístico en el norte del territorio quintanarroense.
Con la promoción de Díaz Ordaz, el banco de México
decidió comprar en secreto a través del abogado, Carlos Neder con apoyo
del departamento de asuntos agrarios y colonización y la oficina del catastro
de Quintana Roo la mayoría de los ejidos y ranchos en lo que era Cancún la
costa mexicana del caribe, y algunos otros personajes entre ellos el secretario
de gobernación y el gobernador del territorio Javier Rojo Gómez
adquirieron terrenos claves para el nuevo desarrollo turístico.
Sumado al poder que le daba la cercanía al presidente del
dinero y la telaraña de intereses que tejió en 12 años en la secretaría de
gobernación: 6 como subsecretario y 6 como titular de la dependencia, Echeverría
tuvo la solvencia necesaria para adquirir con un halo de misterio y aprecios
de regalo a su nombre, y a nombre de su esposa y otros prestanombres, grandes
extensiones de terrenos en aquel territorio paraíso.
Pronto, la coronela conoció el proyecto completo se
trataba de amplias zonas en playas vírgenes y potencial turístico en el viejo Cancún
bajo el vocablo también antiguo de Kan Kun que más adelante quedaría
enclavada en el municipio de Benito Juárez con el beneplácito de Echeverría,
él mismo se encargará de impulsar y apuntalar el nuevo desarrollo turístico el halo
de misterio, fue develado en los años por la coronela, que guardó
celosamente el secreto numeral del presidente y de su adquisiciones, para que
ampliarían hasta Cozumel.
La represión de Echeverria se inició a las cinco de la tarde del 10 de junio de 1971 cuando al menos
10,000 maestros y estudiantes se hicieron uno y avanzaron por la calzada México Tacuba rumbo al Monumento de
la Revolución, pero fueron interceptados antes de llegar a Melchor Ocampo, minutos má cayeron en una trampa sorpresiva que les
tendieron contingentes de los de 2,000 elementos del temible cuerpo de
granaderos de la policía del Distrito Federal los mismos que iniciaron la represión, que detonó el movimiento en 1968 y decenas de agresivos
elementos gansteriles de choque o fuerzas paramilitares que vestían ropa de
paisano civil e iban armados con varas de bambú, o con toletes policiales
y largas varas de madera especial para golpear.
Encapsulado y rota a la columna de la marcha pacífica se
sabría que aquellos jóvenes de cuerpos atléticos, cortes de cabello tipo
militar con formación castrense y entrenados en las manejo de armas de fuego respondían
al nombre de “los halcones”. Grupo clandestino de choque para el que habían
reclutado criminales, policías, pandilleros , con escasa educación y militares, con el mero fin de reprimir y aplazar después de la experiencia del movimiento
de 1968, cualquier intentona de movimiento estudiantil que se detectara en la
capital mexicana pero había planes para reprimir y aniquilar estudiantes en
todo el país.
La policía política y el ejército, también había infiltrados otros elementos para causar caos en las filas de los manifestantes disparar contra
ellos y colocaron a francotiradores en algunos edificios de viviendas, con órdenes también de disparar a maestros estudiantes y civiles que apoyaron la
manifestación, todo se documentaría, que el comandante del segundo batallón de
guardias presidenciales del estado mayor presidencial, había ordenado sus
elementos unos 850 apoyar a Los halcones y al cuerpo de granaderos.
Entrenados en el manejo de las armas, algunos de los guardias
presidenciales serían también parte de los francotiradores y en su informe
sobre el 10 de junio de 1971 concluyó los grupos que los servicios de la
polcía, sirvieron a los intereses y tuvieron el apoyo de los más altos niveles
de la administración pública.
Como había pasado con el enriquecimiento desmesurado de la
pareja a través de las operaciones inmobiliarias en varios estados y como pasó
con el secuestro de su padre José Guadalupe Zuno, María
Esther guardó silencio de la mujer modesta que era cuando, el 2 de enero de
1941 contrajo matrimonio con Echeverría, poco quedaba.
Desde Los Pinos se perfeccionó el arte de la sumisión y la
impunidad el partido sirvió de adorno convertido en tramposa maquinaria
electoral y el poder de los ciudadanos cada día se hizo más débil en los hechos
aquellos se convirtieron y asumieron como sirvientes del presidente una
situación tan preocupante como perversa.
México aprendió a vivir en la realidad del terror de estado: asesinatos, tortura, desaparición de personas vinculadas con organizaciones
insurgentes, guerrilleros, estudiantes rebeldes y maestros inconformes. En
suma, crímenes de lesa humanidad, Echeverría daría luz verde a la violencia
política entendida como el ejercicio de las fuerzas del gobierno para eliminar
a rivales o enemigos a fin de perpetuar sostener o modificar el régimen sin
ningún tipo de oposición.
María Esther había resentido la pérdida del poder
desde antes de que López Portillo los desterrara la compañera de Echeverría, dejaron Los Pinos con meses de antelación al cambio de poderes, pero meses
antes de que terminara el sexenio regresó acompañada de Hortensia Bussi
viuda del presidente chileno Salvador Allende y la guardia del estado mayor
presidencial les prohibió el acceso por la puerta principal la compañera y la
viuda entraron por la puerta de atrás.
En el destierro decretado por López Portillo, la
compañera María Esther Zuno Arce condenada a vivir en el ostracismo, enfermó de tristeza, de resignación, de pura infelicidad y por algunos males de
la columna vertebral producto de una caída y por la diabetes que la había
llegado pronto, pasó lo que tenía que pasar, después de una semana de ser una
semidiosa, su imagen se desvaneció, cayó en el olvido hasta que la fue
a rescatar su hijo Rodolfo.
La diabetes le pasó factura y vivió algunos años, 10 según
lo que se sabe, entre la silla de ruedas y la cama donde la atacaron profundas
crisis de presión hasta que como sucedió con su antecesora y ex amiga Guadalupe
Borja Osorno de Díaz Ordaz, se aisló del mundo y de su familia, la vida le había cobrado con la muerte de su hijo Rodolfo producto de una embolia en
1983 y la condena perpetua en 1978, en Estados Unidos su hermano Rubén
se sumó por narcotráfico, cómplice de los capos Miguel Ángel Félix Gallardo,
Rafael Caro Quintero y Ernesto Fonseca Carrillo.
Agobiada por el cúmulo de penas y añoranzas de poder, la
compañera María Esther Zuno Arce la enamorada eterna de Luis Echeverría,
murió el 4 de diciembre de 1999, la embalsamaron con cuidado extremo con el
traje de gala de tehuana, de terciopelo negro con grandes flores en la parte
final de la falda escribió Valles Ruiz.
Décadas más tarde, allí en magnolia 131, calle principal de
pueblo de San Jerónimo Lídice una zona de alta clase es al sur poniente de la
Ciudad de México lejana sus grandezas y sus compañeras el ex presidente Echeverría
viviría en soledad hasta pasados los 100 años, penosamente esclavizado a una
silla de ruedas en una suerte de prisión domiciliaria, es decir, que tanto el uno
como el otro, murieron con la marca del desprecio y rencor de los mexicanos. Sin embargo, rencor y desprecio es mínimo para un represor y asesino como
lo fue el ex presidente Luis Echeverría Álvarez y lo mismo para toda su
administración.
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