Sigmund Freud 

Sigmund Freud fue un médico neurólogo austriaco de origen judío, padre del psicoanálisis y una de las mayores figuras intelectuales del siglo XX. Su interés científico inicial como investigador se centró en el campo de la neurología, derivando progresivamente hacia la vertiente psicológica de las afecciones mentales, investigaciones de las que daría cuenta en la casuística de su consultorio privado. Estudió en París, con el neurólogo francés Jean-Martin Charcot, las aplicaciones de la hipnosis en el tratamiento de la histeria. De vuelta a la ciudad de Viena y en colaboración con Josef Breuer desarrolló el método catártico. 

Paulatinamente, reemplazó tanto la sugestión hipnótica como el método catártico por la asociación libre y la interpretación de los sueños. De igual modo, la búsqueda inicial centrada en la rememoración de los traumas psicógenos como productores de síntomas fue abriendo paso al desarrollo de una teoría etiológica de las neurosis más diferenciada. 

Todo esto se convirtió en el punto de partida del psicoanálisis, al que se dedicó ininterrumpidamente el resto de su vida. Freud postuló la existencia de una sexualidad infantil perversa polimorfa, tesis que causó una intensa polémica en la sociedad puritana de la Viena de principios del siglo XX y por la cual fue acusado de pan sexualista. 

A pesar de la hostilidad que tuvo que afrontar con sus revolucionarias teorías e hipótesis, Freud acabaría por convertirse en una de las figuras más influyentes del siglo XX. Sus teorías, sin embargo, siguen siendo discutidas y criticadas, cuando no simplemente rechazadas. Muchos limitan su aporte al campo del pensamiento y de la cultura en general, existiendo un amplio debate acerca de si el psicoanálisis pertenece o no al ámbito de la ciencia.

La división de opiniones que la figura de Freud suscita podría resumirse del siguiente modo: unos le consideran más un gran científico en el campo de la medicina, que descubrió gran parte del funcionamiento psíquico humano; y otros lo ven especialmente como un filósofo que replanteó la naturaleza humana y ayudó a derribar tabúes, pero cuyas teorías, como ciencia, fallan en un examen riguroso.

Freud innovó en dos campos. Desarrolló simultáneamente, por un lado, una teoría de la mente y de la conducta humana; y por otro, una técnica terapéutica para ayudar a personas con afecciones psíquicas. Algunos de sus seguidores afirman estar influidos por uno, pero no por otro campo. 

Probablemente, la contribución más significativa que ha hecho al pensamiento moderno es la de intentar darle un estatus científico (no compartido por varias ramas de la ciencia y la psicología) al concepto de lo inconsciente (que tomó de Eduard von Hartmann, Schopenhauer y Nietzsche). Sus conceptos de «inconsciente», «deseo inconsciente» y «represión» fueron revolucionarios. 

Proponen una mente dividida en capas o niveles, dominada en cierta medida por una voluntad primitiva, más allá de la esfera consciente y que se manifiesta en «producciones» tales como chistes, lapsus, actos fallidos, sueños y síntomas. En su obra más conocida, La interpretación de los sueños (Die Traumdeutung, 1900), 

Freud explica el argumento para postular el nuevo modelo del inconsciente y desarrolla un método para conseguir acceder al mismo, tomando elementos de sus experiencias previas. Como parte de su teoría, postula también la existencia de un preconsciente, que describe como la capa entre el consciente y el inconsciente (el término subconsciente es utilizado popularmente, pero no forma parte de la terminología psicoanalítica). La represión, por su parte, tiene gran importancia en el conocimiento de lo inconsciente. 

De acuerdo con Freud, las personas experimentan a menudo pensamientos y sentimientos tan dolorosos que no pueden soportarlos. Freud se refiere a esta idea a lo largo de toda su obra, principalmente en sus Trabajos sobre metapsicología.

Según sostuvo, estos pensamientos y sentimientos (al igual que los recuerdos asociados) no pueden ser expulsados de la mente, pero sí del consciente para formar parte del inconsciente, manteniendo lo reprimido su efectividad psíquica y retornando en forma de alguna de sus producciones. 

Cuantos, de nosotros de cualquier edad, perdemos el sueño por preocupaciones que suceden en el consciente, pero que se acarrean en el intento de dormir imposibilitando el sueño, ya sea que no nos permitan descansar mentalmente, o que nos causen pesadillas. Aunque a lo largo de su carrera Freud intentó encontrar patrones de represión entre sus pacientes que derivasen en un modelo general para la mente, observó que sus distintos pacientes reprimían hechos diferentes. 

Además, advirtió que el proceso de la represión es en sí mismo un acto no consciente (es decir, no ocurriría a través de la intención de los pensamientos o sentimientos conscientes). 

Freud buscó una explicación a la forma de operar de la mente. Propuso una estructura de esta dividida en tres partes: el ello, el yo y el superyó (véase ello, yo y superyó): El ello representa las pulsiones o impulsos primigenios. 

Según Freud, constituye el motor del pensamiento y el comportamiento humano. Contiene nuestros deseos de gratificación más primitivos. El superyó, la parte que contrarresta al ello, representa los pensamientos morales y éticos. El yo permanece entre ambos. Actúa mediando entre nuestras necesidades primitivas y nuestras creencias éticas y morales. No es sinónimo de la consciencia (existen partes del yo que son inconscientes). Un yo saludable proporciona la habilidad para adaptarse a la realidad e interactuar con el mundo exterior de una manera que represente el mejor compromiso entre los deseos y mociones pulsionales del ello y las demandas restrictivas o punitivas provenientes del superyó. 

Freud estaba especialmente interesado en la dinámica de estas tres partes de la mente. Argumentó que esa relación está influenciada por factores o energías innatos, que llamó pulsiones. Describió dos pulsiones antagónicas: Eros o pulsión de vida, una pulsión sexual tendente a preservar la vida. Tánatos o pulsión de muerte. Representa una moción agresiva, aunque a veces se resuelve en una pulsión que nos induce a volver a un estado de calma, principio de nirvana o no existencia, que basó en sus estudios sobre protozoos (Más allá del principio de placer). 

Freud también sostuvo que la libido madura en los individuos por medio del cambio de su objeto. Argumentó que la sexualidad infantil es «polimórficamente perversa», en el sentido de que una gran variedad de objetos pueden ser una fuente de placer. Conforme las personas se desarrollan, se fijan sobre diferentes objetos específicos en distintas fases: Fase oral, ejemplificada por el placer de los bebés en la lactancia. Fase anal, ejemplificada por el placer de los niños al controlar sus esfínteres. Fase fálica. Propuso que llega un momento en que los niños pasan a una fase donde se fijan en el progenitor de sexo opuesto (complejo de Edipo). 

Desarrolló un modelo que explica la forma en que este patrón encaja en el desarrollo de la dinámica de la mente. Cada fase es una progresión hacia la madurez sexual, caracterizada por un fuerte yo, y la habilidad para retardar la necesidad de gratificaciones. Período de latencia, en que se desarrollan fuerzas psíquicas que inhiben el impulso sexual y reducen su dirección. Fase genital, surge en la adolescencia, cuando maduran los órganos genitales. Surgen los deseos sexuales y agresivos. El modelo psicosexual que desarrolló Freud se ha criticado desde diferentes frentes. Algunos han atacado su afirmación sobre la existencia de una sexualidad infantil (e implícitamente la expansión que hizo en la noción de sexualidad). 

Otros autores, en cambio, consideran que no amplió los conocimientos sobre sexualidad (que tenían antecedentes en la psiquiatría y la filosofía de autores como Schopenhauer), sino que «neurotizó» la sexualidad al relacionarla con conceptos como incesto, perversión y trastornos mentales. Ciencias como la antropología y la sociología argumentan que el patrón de desarrollo propuesto por Freud no es universal ni necesario en el desarrollo de la salud mental, calificándolo de etnocéntrico por omitir determinantes socioculturales. 

Freud esperaba probar que su modelo, basado en observaciones de la clase media austríaca, era válido universalmente. Utilizó la mitología griega y la etnografía contemporánea como modelos comparativos. Acudió al Edipo Rey de Sófocles para indicar que el ser humano desea el incesto de forma natural y cómo se reprime ese deseo. El complejo de Edipo fue descrito como una fase del desarrollo psicosexual y de madurez. También se fijó en los estudios antropológicos sobre totemismo, argumentando que reflejan una costumbre ritualizada del complejo de Edipo (Tótem y tabú). Incorporó en su teoría conceptos de la religión católica y judía, así como principios de la sociedad victoriana sobre represión, sexualidad y moral; y otros de la biología y la hidráulica. Esperaba que su investigación proporcionara una sólida base científica para su método terapéutico. 

El objetivo de la terapia freudiana o psicoanálisis es, relacionando conceptos | de la mente cartesiana y de la hidráulica, mover los pensamientos y sentimientos reprimidos (explicados como una forma de energía) hacia el consciente. Al inicio de sus trabajos con Breuer, Freud pensaba que esto podía realizarse a través de la catarsis, que conllevaría automáticamente la cura. Sin embargo, al poco tiempo 

Freud abandona ambas ideas en beneficio del método de la asociación libre y de la interpretación de los sueños. Con ello, también deja atrás la hipnosis y toda forma de técnica sugestiva. Así inaugura la técnica psicoanalítica propiamente dicha, a la que agrega otro elemento central: a través de la relativamente poca intervención del psicoanalista, que adopta una postura neutral y abstinente, el paciente puede proyectar sus pensamientos y sentimientos sobre él. A través de este proceso, llamado transferencia, el paciente puede reconstruir y resolver conflictos reprimidos (causantes de su enfermedad), especialmente conflictos de la infancia con sus padres.

Pueden jóvenes interpretar los conceptos de Freud a sus propias experiencias, son ciertos algunos o todos de sus principio, solamente en forma individual se puede aceptar o rechazar el psicoanálisis como terapia de nuestros problemas psicológicos. La interpretación de los sueños o la angustia del descanso son bases solidas para el psicoanálisi

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