La crisis mundial de vivienda
Asentamiento informal en Guatemala
La crisis de una casa para los jóvenes es un problema
complejo y multifacético que afecta a millones de personas en todo el mundo. En
esencia, la crisis de vivienda es causada por una grave escasez de viviendas de
un precio que la gente puede pagar y ubicadas donde la gente quiere vivir.
En México es fácil ver en los fraccionamientos de muchas
viviendas, precios de 2 millones de pesos y de 1.5 millones por un apartamento,
los jóvenes están lejos de tener los salarios para estas viviendas de clase
media, y prefieren rentar. Un salario promedio de un joven, cuando bien la va
es de 15 mil pesos mensuales, aún en el mejor del los casos 30 mil con su pareja, se necesitan 500
mil pesos de enganche y un préstamo de 1.5 millones que en 15 años consumirían
no menos de 20 mil pesos mensuales, hagan sus cuentas imposible.
Uno de los principales impulsores de la crisis de vivienda
es la rápida urbanización mundial, que ha llevado a una creciente demanda de
vivienda en ciudades y pueblos de todo el mundo. A medida que las personas
acuden en masa a los centros urbanos en busca de empleo, educación y mejores
niveles de vida, la demanda de vivienda ha superado con creces la oferta, lo
que ha provocado un aumento vertiginoso de los alquileres y una escasez de
opciones de vivienda accesibles.
Las ciudades del mundo se han comprometido a ser
inclusivas; sin embargo, las viviendas urbanas accesibles adecuadas se han
vuelto casi imposibles de encontrar para los hogares de ingresos bajos y
medios. A medida que la accesibilidad de la vivienda alcanza mínimos
históricos, los hogares más pobres están siendo excluidos de los vecindarios
urbanos del centro de la ciudad debido a la gentrificación.
Las regulaciones burocráticas complican aún más las cosas y
hacen que sea difícil y costoso iniciar nuevos proyectos de vivienda urbana de
cualquier tipo. El resultado es que, si bien los nuevos desarrollos de
viviendas de lujo prosperan, los proyectos de desarrollo de viviendas de nivel
básico constituyen una parte cada vez más pequeña de la construcción de
viviendas nuevas.
Además de estos factores, la crisis de vivienda también
está impulsada por la falta de inversión en infraestructura y servicios de
vivienda. Muchos países carecen de infraestructura básica como agua corriente,
saneamiento y electricidad, lo que dificulta que las personas accedan a
viviendas seguras y protegidas. Esto es especialmente cierto en los países en
desarrollo, donde los gobiernos a menudo carecen de los recursos para invertir
en infraestructura y servicios de vivienda.
Es bueno hacer ver que mientras que la mayoría de la
población habitaba en áreas rurales, proveerles de infraestructura básica era
muy difícil - el costo por vivienda era y sigue siendo muy alto-. Sin embargo,
gracias a la urbanización, y a la mayor densidad habitacional que esta
conlleva, hoy resulta menos costoso por hogar y más fácil llevar servicios
básicos a una comunidad o barrio.
Es importante reconocer que la densidad es la clave.
La crisis de vivienda tiene consecuencias sociales y
económicas de largo alcance. La falta de vivienda es un problema creciente en
muchos países, con millones de personas viviendo en viviendas inadecuadas en
asentamientos informales. Esto tiene un impacto devastador en la salud y el
bienestar de las personas y las familias, así como en la comunidad en general.
Muy importante: esas viviendas inadecuadas son muy
susceptibles a desastres naturales.
La crisis de vivienda también tiene implicaciones
económicas gracias a los altos costos de alquileres (relativo al ingreso
mensual del núcleo familiar). La norma generalmente aceptada es que un hogar no
debería gastar más de 30% de su ingreso bruto en vivienda. Sin embargo, la
escasez ha hecho que muchos hogares terminen pagando más de 50%.
Esto limita la capacidad de las personas para ahorrar para
el futuro, invertir en educación y otras oportunidades. Incluso, en muchos
casos, el alto costo de la vivienda reduce la capacidad de un hogar para
alimentarse adecuadamente. Así se hace más difícil el acceso a la ciudad y a un
buen empleo, lo que puede perpetuar la pobreza y la desigualdad. Aquellos que
no pueden pagar por una vivienda a menudo no pueden acceder a los recursos y
oportunidades necesarias para mejorar su situación económica.
Hoy cada día más, los jóvenes se juntan en dos o más para poder pagar la renta, sin esperanza de tener una vivienda propia.
Para abordar la crisis de la vivienda, los gobiernos
centrales, las ciudades y sus municipalidades y las organizaciones
internacionales deben adoptar un enfoque integral, abordando las causas
fundamentales del problema e invirtiendo en el desarrollo de nuevas políticas
públicas que generen suelo urbano adecuado para vivienda. Algunos de los
programas más efectivos, como los de Colombia, incluyen incentivos
fiscales para atraer grandes sumas de inversión privada para el desarrollo de
vivienda urbana accesible
En muchos países las asociaciones público-privadas han sido
muy efectivas para generar una oferta de vivienda urbana de bajo precio. Otras
iniciativas exitosas incluyen políticas que fomentan el desarrollo de viviendas
accesibles en ubicaciones céntricas, para compra y para alquiler, así como
programas de subsidios para familias de bajos ingresos.
Paralelo a estos esfuerzos, también se requiere fuerte
inversión en infraestructura y servicios que la vivienda va a necesitar como
acceso a agua y saneamiento. Es importante entender que cuando se desarrolla
vivienda de lujo, el precio de esta puede cubrir los costos de proveer el agua
y saneamiento, sin embargo, para vivienda de bajo precio, es indispensable que
lo provea la ciudad.
Debemos reflexionar que, más que un problema, la crisis de
vivienda debe ser vista como una oportunidad económica y social.
Una que mejora el bienestar y salud de la población, que
crece el patrimonio neto de sus ciudadanos, que genera mucho empleo y que mueve
la economía. Los países que cuentan con los mejores programas de acceso a
vivienda han logrado crecer su industria de construcción de vivienda a más de
10% del PIB. En triste contraste, el promedio del triángulo norte de Centro América
es de menos de 3.0%.
En última instancia, la crisis de la vivienda es un desafío
global que requiere una acción colectiva y un compromiso para encontrar
soluciones sostenibles y equitativas. Al trabajar juntos para abordar este
problema apremiante, podemos ayudar a garantizar que todas las personas tengan
acceso a viviendas seguras y accesibles, y crear un mundo más justo y
equitativo para todos.
Es frustrante para los jóvenes que han recorrido todo el
camino aparente hacia una seguridad económica que les permita tener una
vivienda de clase media, recorren primaria, secundaria, preparatoria y las
Universidad que los han engañado en un sistema de meritocracia, que no
corresponde con la realidad, al final obtienen si tienen suerte empleos de
bajos salarios y muchos de ellos se quedan a vivir en las casas de sus padres,
limitando la posibilidad de tener familia, los índices de 1.4 nacimientos por mujer
señalan que los jóvenes no se quieren comprometer con hijos, ya que son una
carga económica en muchos casos fuera de sus posibilidades, este fenómeno
producirá a mediano plazo menos hombre y mujeres en el sector productivo que
tiene ya un peso enorme en los sistemas de pensiones, es decir no solamente les
estamos limitando la posibilidad de una vivienda digna, sino a la larga la
posibilidad de una jubilación digna.
Parece como dice Thomas Pikketty que la brecha de la
desigualdad es cada día mayor en nuestros países, es decir para ser rico, debes
tener padres ricos, las oportunidades de la clase media son pocas, es más
probable un descenso que un ascenso en la escala económica.
Los sistemas impositivos sobre los privilegiados deben ser mayores, incluyendo un impuesto sobre la herencia para evitar la acumulación del capital, estas y otras medidas son urgentes porque no es justo que las nuevas generaciones no tengan las mismas oportunidades que las generaciones de los 60’s y 70´s, tuvimos y que aún para ser empresario no hay apoyos financieros y la mayoría fracasan, es necesario voltear hacia estos recurso si bien el Gobierno señala “primero los pobre”, pensamos que los pobres necesitan la seguridad que proporcional las micro, y medianas empresas, para los cuales no hay programas de apoyo financiero, al contrario hay una enorme burocracia, se les trata como si ya fueran empresas establecidas, con todos los requerimientos que esto conlleva, esto es el núcleo del problema de la pauperización real de la sociedad que mediante el estimula constante del consumo encuentra en el crimen, la salida económica que la sociedad no les ofrece. Deberíamos desarrollar una nueva premis "Primero la clase media y los jóvenes" para estimular la economía apoyando o subencionando los jóvenes emprendedores, en vez de llenarlos de burocracia que les impide iniciar, la mayoría de los pequeños emprendedores la vida media de sus negocios son 3 años, antes de que vendan sus negocios y sus trabajadores pierden su empleo.
La política en una segunda fase en México debería
ser “primero la clase media emprendedora” que finamente es la que general la
mayor parte de los empleos, por no mencionar el abandono absoluto financiero de
los trabajadores del campo, que cada vez más se ven obligados a vender sus
parcelas a lo desarrolladores urbanísticos, todo esto tiene que revaluarse
porque una sociedad de pobres no permitirá un crecimiento del país, los
programas del Bienestar deben llegar también a las clases medias que
finalmente son el equilibrio de cualquier sociedad.
La realidad es que el país se concentra en un 1% que tiene
el 65% de PIB, mientras el 99 restante desciende cada vez más en la escala
económica abriendo inmensos espacios económicos, entre los que todo tienen, y
los que luchan diario para sobrevivir.
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